Ante más de un millón de fieles en Medellín, el Papa Francisco lanzó ayer un fuerte llamado a la Iglesia a renovarse, dejar el confort e involucrarse en la reconciliación en países como Colombia, que han sido castigados por la violencia.
El jefe del Vaticano, que desde el inicio de su pontificado en 2013 ha promovido un clero más cercano a los pobres, hizo un nuevo llamado de atención a la Iglesia desde Medellín, una ciudad de profundas raíces católicas y otrora capital mundial del narcotráfico. "Ahora también la Iglesia es zarandeada por el Espíritu para que deje sus comodidades y sus apegos. La renovación no nos debe dar miedo", dijo Francisco en la tercera misa multitudinaria que oficia en el marco de una visita de 5 días que concluye hoy en el puerto de Cartagena.
Después de alentar decididamente el acuerdo que permitió el desarme y transformación de la guerrilla comunista de las FARC, en misas que congregaron a casi dos millones de fieles en Bogotá y Villavicencio, Francisco se enfocó de nuevo en la Iglesia.
La visita a Medellín tiene un significado especial para el papa, porque fue en esta ciudad donde la jerarquía católica de América Latina se comprometió en 1968 con la llamada "opción preferencial por los pobres". El Papa aprovechó su paso por Medellín para reforzar el llamado al clero en Colombia a que apoye la reconciliación tras el acuerdo de paz con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y los diálogos en curso con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), última guerrilla activa.