El Papa llamó a suprimir el trabajo infantil

En el día internacional contra el trabajo de menores, Francisco dijo que hay que redoblar esfuerzos para combatir este tipo de esclavitud.

El Papa llamó a suprimir el trabajo infantil

El papa Francisco lanzó ayer  durante el Ángelus un llamado a la comunidad internacional a redoblar esfuerzos para "suprimir las causas" del trabajo infantil en todo el mundo, una forma de "esclavitud moderna".

"Hoy se conmemora la jornada mundial contra el trabajo de menores. Debemos redoblar esfuerzos para suprimir las causas de esta esclavitud moderna", declaró el pontífice en la plaza San Pedro.

"Millones de niños se ven privados de algunos de sus derechos fundamentales y se hallan expuestos a graves peligros. ¡Hoy hay tantos niños esclavos!", exclamó Jorge Bergoglio.

Según datos de la ONU, cerca de 168 millones de niños trabajan, más de la mitad de ellos en empleos que ponen en peligro su salud, especialmente en minas.

Walid, de 11 años, era buen estudiante, pero ahora, con su padre desempleado y tres hermanos pequeños, junta escombros de casas destruidas por las guerras con Israel en la Franja de Gaza, para revenderlos por un puñado de sékeles.

Ibrahim Ghaben, otro niño palestino de 12 años, también tuvo que abandonar el colegio para dar de comer a los nueve miembros de su familia. Recogen piedras, trozos de metal, de cemento y de plástico, pero la materia prima más valorada es el plomo de las balas disparadas por el ejército israelí.

Las cifras son todavía muy elevadas, a pesar de que el número global de niños obligados a trabajar descendió de 246 millones en 2000 a 168 millones actualmente, según la Organización Internacional del Trabajo.

En la Franja de Gaza ocurre lo contrario. El número de niños entre 10 y 17 años que trabajan se duplicó en cinco años y llegó a 9.700, según datos oficiales palestinos. Casi la mitad de los 1,9 millones de habitantes de este territorio palestino vive por debajo del umbral de pobreza. Tres guerras en seis años devastaron el enclave situado entre Israel, Egipto y el Mediterráneo.

Los bloqueos impuestos por Israel y Egipto, desde hace diez y tres años, respectivamente, asfixiaron la economía. 80% de la población depende de la ayuda humanitaria y la tasa de desempleo, cerca del 45%, es una de las más altas del mundo.

Walid e Ibrahim pasean junto a otros niños por los barrios destruidos de su localidad de Beit Lahya. Después de cada ofensiva israelí, son los primeros en dirigirse a los escombros para ganar una veintena de sékeles (unos cinco dólares) por doce horas de trabajo.

"La mayoría de los niños que trabajan lo hacen en los barrios a lo largo de la frontera, que son las zonas más pobres" de la Franja de Gaza, dice Aida Kasab, psicóloga del Programa de Gaza para la Salud Mental.

Ibrahim, Walid y los otros niños se enfrentan a un peligro inaprensible pero permanente. "Estos niños, a veces de apenas cinco años, están obligados a realizar trabajos difíciles que no convienen ni a su capacidad física ni a su situación psicológica", se emociona Kasab. Akram Said, de 14 años, también tiene que mantener a sus cuatro hermanos y a sus padres en desempleo. Acudió a la Fundación Tierra de hombres, una ONG que ayuda a las familias a volver a escolarizar a los menores o a formarlos profesionalmente.

El encargado de la cuestión de los niños en el Ministerio de Asuntos Sociales, Hyam al Jarjui, lamentó que la situación empeore cada vez con cada nuevo conflicto. "Cuanto más aumenta la pobreza, más trabajan los niños", constata.

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