Después de una alocada semana en el Vaticano, entre detenciones, filtraciones de documentos y revelaciones sobre el despilfarro de los cardenales, la gran pregunta es si el papa Francisco sigue teniendo el impulso necesario para promover reformas en la Iglesia católica.
La cuestión la plantea directamente el autor de uno de los dos libros publicados el jueves, que revelan el despilfarro de algunos prelados y el desorden de las finanzas vaticanas.
"¿Dimitirá Francisco también?", se pregunta Gianluigi Nuzzi en el epílogo de su libro "Via Crucis".
El predecesor de Francisco, Benedicto XVI, dimitió en febrero de 2013 desalentado, según muchos vaticanistas, por la amplitud del trabajo pendiente en materia de reforma de la Curia, y debilitado por la filtración de su correspondencia privada.
El nuevo escándalo, revelado esta semana, fue rápidamente bautizado por la prensa italiana como Vatileaks 2, aunque difiere mucho de la primera "entrega".
El nuevo escándalo no concierne directamente al papa, a pesar de que nombrara a las dos personas detenidas el fin de semana en el Vaticano, el sacerdote español Lucio Ángel Vallejo Balda y la laica italiana Francesca Immacolata Chaouqui.
Además, las revelaciones contenidas en esos dos libros son el resultado del importante trabajo lanzado por el propio pontífice, en nombre de la transparencia.
"En realidad, los dos libros presentan los resultados de la investigación más minuciosa que jamás se ha hecho sobre las cuentas del Vaticano. Y fue el Vaticano el que la realizó", recuerda el vaticanista Andrea Tornielli al sitio web Vatican insider.
Además, "revelar secretos sólo puede servir a aquel que quiere transparencia, el objetivo número uno del papa", hizo valer el miércoles ante la prensa Nuzzi.
Las reformas, adelante
En cualquier caso el obispo de Roma no tiene la intención de renunciar a la silla de Pedro, a pesar de la amargura manifestada esta semana, según sus allegados.
Las reformas seguirán adelante, en aras de "la buena administración, la justicia y la transparencia", aseguró el miércoles el portavoz de la Santa Sede, Federico Lombardi.
"Ésa es evidentemente la voluntad del papa Francisco, y en el Vaticano no faltan personas dispuestas a colaborar con toda lealtad y con todas sus fuerzas", añadió.
La inercia de la Curia, el gobierno del Vaticano, en el que algunos miembros son muy reacios al cambio, no condena necesariamente al fracaso los esfuerzos del papa, destacan algunos vaticanistas.
Francisco "no está para nada desestabilizado. En el Vaticano tiene sus partidarios, muy contentos de salir del inmobilismo", destaca uno de ellos, que prefirió hablar bajo anonimato.
"Pero se enfrenta a las fuertes resistencias de la vieja guerdia, y la reforma estructural que quería acometer es mucho más lenta y difícil de lo previsto", añade este colaborador del santo padre.
"En mi opinión, los intentos destinados a volver atrás están condenados al fracaso", abunda el vaticanista Iacopo Scaramuzzi.
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El primer escándalo Vatileaks golpeó a un Benedicto XVI ya muy debilitado, en particular por los escándalos de pedofilia.
Pero esta vez "están atacando a un papa que se encuentra en su mejor momento, un mes después de su regreso triunfal de Cuba y de Estados Unidos (...) y pocos meses después de la publicación de su primera encíclica sobre el medioambiente", considera Elisabetta Piqué, vaticanista argentina y amiga de Jorge Bergoglio.
Lo que estamos viendo ahora es "la reacción a una operación de reforma que el papa Francisco ha lanzado, con apoyo de cardenales procedentes del mundo entero, y ampliamente realizada", asegura Scaramuzzi.