Agredido por una conspiración de cardenales y sectores eclesiales de ultraderecha que lidera el cardenal norteamericano Raymond Burke, un abierto partidario de Donald Trump, el Papa Francisco aludió claramente a la situación que se vive en las cumbres de la Iglesia, debido al "virus de la polarización y la enemistad", al crear (término correcto) ayer a la mañana en la basílica de San Pedro a 17 nuevos cardenales, 13 de ellos electores en el próximo Cónclave que elegirá a su sucesor, por ser menores de 80 años de edad.
El Papa dijo que los purpurados "no son inmunes" al virus, pero resaltó que las diferencias y las diversidades entre los más de 228 miembros del Sacro Colegio (111 electores y 107 no electores) "es una de las mayores riquezas" y que "no los convierte en enemigos".
El obispo de Roma presidió la ceremonia desde el altar mayor de la Basílica, con una parte abundante del cuerpo de cardenales -incluidos los conjurados contra él-, sentados enfrente.
El rojo púrpura que evoca el “sacrificio hasta la última efusión de la sangre” que los cardenales juran estar dispuestos a dar por la Iglesia y el Papa, dominaba el majestuoso escenario. Adelante, en semicírculo estaban los nuevos cardenales.
“El virus de la polarización y la enemistad se nos cuela en nuestras formas de pensar, sentir y actuar”, advirtió el Papa en su homilía. “No somos inmunes a esto y tenemos que velar para que esta actitud no cope nuestro corazón porque iría contra la riqueza y la universalidad de la Iglesia”.
“Venimos de tierras lejanas, tenemos diferentes costumbres, color de piel, idiomas y condición social, pensamos distinto e incluso celebrarmos la fe con ritos diversos. Y nada de esto nos hace enemigos. Al contrario, es una de nuestras mayores riquezas”.
Entre los 13 cardenales electores hay 3 latinoamericanos: el brasileño Sergio da Rocha, arzobispo de Brasilia, el venezolano Baltazar Enrique Porras Cardozo y el mexicano Carlos Aguiar Retes.
Una absoluta novedad fue la designación cardenalicia del nuncio apostólico en Siria, el italiano Mario Zenari, quien continuará en su función de embajador del Papa en Damasco.
El nuevo purpurado hizo el saludo en nombre de los 17 cardenales y fue el primero en arrodillarse sobre un cojín rojo para recibir el birrete, el anillo y el diploma de su nueva dignidad eclesial.
El cardenal Zenari continuará en el cargo como nuncio porque el Papa ha querido demostrar cuanto le preocupa la situación del pueblo sirio en la sangrienta guerra, en parte civil y sobre todo comandada por las grandes potencias.
Con los nuevos purpurados de ayer, en el Sacro Colegio están representadas 79 naciones de los 5 continentes. De los 111 electores, 44 han sido creados por Jorge Bergoglio.
Italia sigue siendo la nación más representada en el Colegio con 46 purpurados: 25 electores y 21 con más de 80 años de edad. Estados Unidos tiene 18 (10 electores y 8 no electores). En la lista de 17 flamantes purpurados no hay ningún argentino. Nuestro país tiene dos cardenales electores, que son Mario Poli (arzobispo de Buenos Aires) y Leonardo Sandri (“ministro” del Papa para las Iglesias Orientales). Hay otros dos que por su mayor edad no votan: Estanislao Karlic, ex arzobispo de Paraná, y Héctor Villalba, ex arzobispo de Tucumán.
En la homilía, Francisco dijo que "la nuestra es una época caracterizada por fuertes cuestionamientos e interrogantes a escala mundial".
"Nos toca transitar un tiempo donde resurgen epidémicamente en nuestras sociedades la polarización y la exclusión como única forma posible de resolver los conflictos", agregó el obispo de Roma.
“Vemos como rápidamente el que está a nuestro lado ya no sólo posee el estado de desconocido o inmigrante o refugiado, sino que se convierte en una amenaza. Posee el estado de enemigo. Enemigo por venir de una tierra lejana o por tener otras costumbres. Enemigo por su color de piel, por su idioma o su condición social, enemigo por pensar diferente e incluso por tener otra fe. Sin darnos cuente esta lógica se instala en nuestra forma de vivir, de actuar y proceder. Entonces, todo y todos comienzan a tener sabor de enemistad”.
El papa argentino, en medio de un silencio casi dramático, continuó: “Poco a poco las diferencias se transforman en sinónimos de hostilidad, amenaza y violencia. Cuántas heridas crecen por esta epidemia de enemistad y de violencia que se sella en la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de esta patología de la indiferencia”.
El Papa, de acuerdo a su convicción pastoral en favor de las “periferias” de la Iglesia, entre los cardenales electores creó, además de los 3 latinoamericanos, al africano de la República Centroafricana Diueudonne Nzapalainga; a Patrick D'Rozario de Blangladesh, a Maurice Piat, de Port Louis y a John Ribat de Papúa Nueva Guinea. Es la primera vez que estos países tienen un purpurado.
Hoy, los nuevos y viejos cardenales concelebrarán con el Papa la misa que pone fin al Año Santo del Jubileo de la Misericordia, que concluirá con el cierre de la Puerta Santa en la basílica de San Pedro.
Burke, el peor enemigo de Francisco
La conspiración más grave que está sufriendo el Papa Francisco en sus más de 3 años de pontificado, es lidera el cardenal norteamericano Raymond Burke, el archienemigo del pontífice argentino en la Curia Romana y abierto partidario de Donald Trump.
El cardenal Burke hizo encendidos elogios de Donald Trump tras las elecciones norteamericanas, destacó que la defensa de los inmigrantes está condicionada y lanzó la gran amenaza: “Si el Papa no responde a nuestras preguntas, haremos un acto formal de corrección de un error grave” por parte del Pontífice.
El anuncio fue considerado “una locura” por el historiador y teólogo español Juan Mari: “No existe en el derecho canónico ni en la legislación de la Iglesia el juzgar al Papa”. Burke responde que corregir con un acto formal los “errores graves” del Papa existe en la tradición de la Iglesia.
El cura albanés condenado a muerte
El nuevo colegio está integrado por 228 miembros, susceptibles de asistir al Papa en su actividad diaria, pero solamente 121 de ellos (pronto 120) tienen menos de 80 años y pueden participar en el famoso cónclave que elige a un nuevo papa. Y pueden potencialmente suceder al argentino Francisco.
Todos ellos son arzobispos u obispos, salvo un simple sacerdote albanés, Ernest Simoni, de 88 años, perseguido durante la dictadura comunista del tirano Enver Hoxha.
Condenado a muerte por haber celebrado una misa en memoria del presidente estadounidense John Kennedy, Simoni purgó 18 años de trabajos forzados, en la prisión y en la mina. Al visitar Albania en 2014, el papa Francisco había quedado impresionado y emocionado por la vida de este resistente católico.