El pan nuestro de cada día - Por Jorge Sosa

El pan nuestro de cada día - Por Jorge Sosa
El pan nuestro de cada día - Por Jorge Sosa

Es infaltable en la mesa de todos los argentinos, y de gran parte del mundo: el pan. Debe ser uno de los alimentos más conocidos y acompañan las comidas de un modo irreemplazable.

Hay numerosas frases y refranes ligados al pan, yo diría una enorme cantidad: “pan con pan comida de zonzos”, dice la expresión y es ingrata porque pan con pan es comida de muchos que no tienen que ponerle en el medio de las dos tajadas.

Las menciones son numerosas: “pan, uvas y queso, saben a beso”; “Si tienes pan y lentejas ¿para qué te quejas?”; “Agua fría y pan caliente nunca hicieron buen vientre”; “Molino que estás moliendo el trigo con tanto afán, ¡Tu estás haciendo la harina y otros se comen el pan”; “Con pan y vino se hace el camino”; “A falta de pan, buenas son tortas”; “A falta de faisán buenas son rodajas de pan”; “Al que  le dan pan y no tiene dientes, tragar es cosa de valientes”;

Un viejito sin dientes dijo al pan duro: “Si yo te agarro en sopa la vida no te aseguro”

El pan se obtiene con la molienda del trigo y acá entramos en las contradicciones que nos involucran. Sabemos que hay argentinos a los que no les alcanza las pocas monedas que ganan para adquirir, aunque más no sea un bollo de pan. Y estamos hablando de La Argentina, uno de los países que más produce trigo en el mundo. Es inentendible, solo una perversidad mayúscula puede permitir algo así.

El pan forma parte del sándwich, es como indispensable para tales menesteres gastronómico. Pero si hay un sándwich que sobresales, que se hace notorio, es es el que interviene en el “choripán”. Sabemos que lo importante es el chorizo pero sin el pan pierde categoría, no llega a impactar en nuestro apetito de la misma manera. Y dentro de los choripanes, el “choripán” de las canchas. A la entrada o a la salida del estadio muñirse de un choripán es casi un ritual inviolable. Uno ya sabe que a lo mejor la mercadería no es de la mejor calidad pero se siente atraído por la ceremonia y se manda un choripán, que  es muy bienvenido si uno sale del estadio con goles a favor.

Nos permite además algunas satisfacciones gastronómicas que son incomparables, como por ejemplo sopar el pan en algún líquido que emane de alguna comida, por ejemplo el juguito del asado.

Uno lo hace con verdadero placer y lo vuelve a hacer aunque eso le quite una porción generosa de su apetito.

Es el alimento por excelencia, puede faltar de todo en una casa pero no puede faltar, aunque sea de ayer, un trozo de pan.

Según el libro del Éxodo, el “maná” era el pan enviado por Dios a los israelitas todos los días durante los cuarenta años que estos deambularon por el desierto. En el Arca de la Alianza se conservaba una muestra de dicho alimento.

Tal vez de ahí venga la frase más significativa del padre nuestro cuando dice “el pan nuestro de todos nuestros días, dádnoslo hoy”.

Y aquí voy a terminar esta nota porque me ha entrado hambre, pero hambre de pan, bien tostado, blandito y levemente calentito para que yo pueda disfrutar de lo que todos debieran disfrutar todos los días.

Le dijo un pan a otro: te presento una miga.

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