Llegó el Día D, una jornada que nadie duda en calificar de histórica para la industria espacial argentina. Hoy a las 18 (transmite en directo la TV Pública a partir de las 17.30), si el buen tiempo lo permite, se oirá una gran explosión y luego un cohete que empezará a elevarse hacia el cielo.
La escena, tan familiar en esas imágenes con que nos “bombardeó” la NASA desde los años ‘70, lo será aún más porque el cohete en cuestión llevará la bandera argentina ploteada en un costado, junto a la leyenda “Arsat-1”, el nombre del primer satélite de telecomunicaciones hecho en el país (y en América Latina).
Todo ocurrirá a unos 7 mil kilómetros de aquí, en la Guayana Francesa, desde el Centro Espacial de la ciudad de Kourou. Media hora después de la orden que dará la ingeniera argentina Ana Caumo (ver aparte), jefa del proyecto de construcción del satélite, se espera que el cohete francés Arianne 5 lo libere a 300 kilómetros sobre el nivel del mar, momento en el cual volverá a manos argentinas, a resguardo de quienes lo diseñaron y fabricaron en Bariloche: los ingenieros y profesionales de las empresas estatales Arsat e Invap.
Desde la estación terrena de la localidad bonaerense de Benavídez, los especialistas -comandados por el jefe de la operación, José Aurelio- deberán guiar al Arsat-1 hasta la posición 71,8° de longitud oeste, donde quedará en órbita para ofrecer servicios de telecomunicaciones a Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay.
“Hay una ventana entre las 18 y las 19 para poner al Arsat-1 en el espacio”, explicó ayer a la prensa Aurelio, rodeado de pantallas y monitores que arrojaban datos y más datos sobre la misión en la estación de Benavídez, donde desde hoy comandará las maniobras para dejar en órbita al satélite que ubicará a la Argentina en el selecto grupo de ocho países capaces de colocar uno de estos aparatos en el espacio. Ellos son EEUU, Rusia, China, Japón, Israel, la India y la Unión Europea.
Orgullo científico
“El equipo estará monitoreando el lanzamiento y después de 40 minutos de vuelo quedará en la posición de inyección, y ahí el satélite se desprenderá del cohete y lo empezaremos a dirigir desde Argentina”, precisó Aurelio, y aclaró que luego del lanzamiento tendrán “unos diez días de órbita de transferencia hasta llegar a la geoestacionaria”. Esto es, que el Arsat-1 se mantenga a 36.000 kilómetros de manera constante.
“Después del lanzamiento, en aproximadamente un mes y diez días estará listo para prestar servicio”, estimó el jefe de operaciones de la misión que se ha transformado en casi una causa nacional en estos días: hay una larga lista de funcionarios que viajaron a la Guayana y se espera que la propia presidenta Cristina Fernández de Kirchner participe hoy del lanzamiento en la transmisión en vivo que hará la TV Pública.
Es que, pese a que hasta que el satélite no esté en su órbita nadie puede “cantar victoria”, hay un sentimiento de orgullo extendido entre todos los que han participado del proyecto desde que nació hace 7 años. E incluso hincha el pecho de todo el ámbito de la ciencia argentina. “Todo lo que tenga que ver con desarrollo tecnológico de punta es parte de los logros de la comunidad científica argentina”, aseguró a Los Andes Beatriz García, astrónoma de la UTN Mendoza.
Para esta especialista, la entrada de Argentina en las grandes ligas de la actividad espacial es “fantástico”, porque “muestra la capacidad que tiene el país para el desarrollo de satélites. Aún no los podemos lanzar, pero eso no está lejos”.
Según explicó, poner en funcionamiento este tipo de tecnología implica “independizarnos de los que nos dan el servicio” de telecomunicaciones. Es por eso que en Arsat no dejan de hablar hoy de “soberanía satelital”. “Este satélite libera el alquiler de los que proveen el servicio. Esto significa que se abaratarán los costos en el corto o mediano plazo de las comunicaciones en todo sentido: una cosa es que tengas que comprar el tiempo de satélite y otra usar el tuyo propio”, detalló García.
Una vuelta a la Tierra
El Arsat-1 transmitirá a través de 24 canales (transponders) en banda Ku, una de las dos asignadas a la Argentina (la otra es la C) por la Unión Internacional de Telecomunicaciones y que -según los especialistas- permite transportar mayor cantidad de datos en menos tiempo. Tendrá una vida útil de 15 años, durante los cuales transportará señales de video a operadores de cable, brindará servicio de TV satelital, de transmisión de datos y telefonía corporativos, y acceso a internet.
En la empresa Arsat aseguran que con él bajarán “en forma progresiva” las tarifas de telefonía celular, TV por cable e internet y que se podrá llegar a escuelas rurales u otros sitios a los que no se puede acceder a través de fibra óptica.
Cabe destacar que los satélites geoestacionarios se ubican a 36.000 kilómetros porque en esa órbita dan una vuelta a la Tierra por día (su período orbital es igual al de la rotación del planeta). Por eso es que parecen inmóviles en el cielo, aunque en realidad no se ven.
“Es un satélite relativamente grande, de varias toneladas, pero no se puede detectar -explicó Beatriz García-. No tiene una órbita polar, sino una geoestacionaria, se mueve junto con la Tierra”. En ese mismo rincón del espacio se moverán su gemelo, el Arsat-2 (que se lanzará en 2016), y el Arsat-3 (previsto para 2018), para confirmar está “colonización” argentina del cosmos satelital.
Una mujer, la encargada de dar la orden de lanzamiento
Una mujer, la ingeniera Ana Caumo, será la encargada de dar hoy la orden de lanzamiento del satélite Arsat-1 en la base Kourou, en la Guayana Francesa, por ser la jefa del proyecto que construyó en Invap (Bariloche) el aparato.
“Voy a estar desde tres horas antes con el representante de Arsat y, en ese momento, siete minutos antes, el lanzador me va a preguntar por última vez si todo está en orden, si está bien. Y diré sí”, precisó a la agencia Télam la jefa del sistema, cuya tarea fue llevar de la mano a todos los subsistemas que diseñaron y construyeron el satélite. Después de que Caumo y el lanzador, la empresa francesa Arianespace, autoricen el procedimiento, la última palabra la tendrá la estación meteorológica, que dirá si hay condiciones climáticas para seguir adelante con el conteo final.
Como todo lanzamiento de este tipo, conlleva sus riesgos. Por eso la ansiedad y los nervios del equipo argentino no acabarán hasta ver al Arsat-1 desacoplarse del cohete. Igual hay garantías de éxito: la empresa lanzadora lleva un “invicto” de 60 envíos exitosos fuera de la atmósfera.
En detalle
Un hito en América Latina. El Arsat-1 será el primer satélite de órbita geoestacionaria llevado al espacio por un país latinoamericano. Y no sólo eso: son sólo ocho los países a nivel mundial capaces de una operación semejante, y uno de ellos no es un país sino toda la Unión Europea. Pero no es el primer satélite argentino, sino el quinto: antes se habían puesto en órbita Nahuelsat (1997, importado y de fabricación europea), SAC-A (1999), SAC-C (2000) y SAC-D (2011).
Rumbo a la órbita. Una vez que el satélite sea liberado por el lanzador y tome autonomía, desde la Estación comenzará el guiado hasta la órbita geoestacionaria definitiva del Arsat-1, a 36.000 kilómetros sobre el nivel del mar, hasta "estacionarlo" en la posición orbital de 71,8°, donde operará durante 15 años.
Posición estratégica. Su construcción costó 270 millones de dólares y permitió a la Argentina no perder la posición orbital 81, que enfoca desde EEUU hasta las Malvinas, y a la que también aspiraba el Reino Unido, primero en la lista de espera de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT).