El país Cromañón

El desprecio o la indiferencia por las normas también mata, como se demuestra una y otra vez, desde Cromañón hasta el recital del Indio Solari, y en infinidad de tragedias más. La larga lista de responsables y/o culpables en cada una de estas desgracias,

El país Cromañón

Las muertes y los heridos en el recital multitudinario del Indio Solari es otra muestra más (y van...) de que, como dice el dicho popular, en este país todo está atado con alambres. Que de tanto ocurrir, la imprevisión parece ser una segunda naturaleza de nuestra forma de ser.

Muy expertos en planificación, consejos, opiniones, análisis y proyectos, los argentinos somos profundamente ineficaces en las cuestiones de gestión, por lo que cuando sobreviene una tragedia, la lista de responsabilidades se hace innumerable porque en todos los eslabones de la cadena existe alguna culpa. Algo que no se previó y se debió prever. O un interés particular que atenta directamente contra el bien común y que, incluso, los que deberían defender a este último, muchas veces lo hacen por el primero.

Debió acontecer la desgracia para decir en voz alta muchas cosas que se decían en baja, pero que pocos osaban explicitar por temor a ofender o a ponerse en contra de las multitudes que atrae el músico o del músico mismo que adquiere el aura de intocable, precisamente por su gran convocatoria.

Pero lo cierto es que un recital con tamaña cantidad de personas amontonadas casi no cuenta con sitios, si es que se cuentan, para alojar a todos en condiciones fuera de peligro. Más aún cuando se propende a realizar estos eventos en municipios pequeños o alejados de las grandes urbes, donde casi siempre los convocados por el espectáculo son más cantidad de personas que los que habitan el lugar donde éste se realiza.

Razones que van desde la intención de batir récords de asistentes hasta las de ahorrar costos negociando desde una posición de superioridad con intendentes que tienen interés en obtener algún lucro político del megaevento son, entre otras, las que mueven a los participantes de estos espectáculos. Una combinación de intereses políticos, comerciales y privados que pueden constituirse en un conjunto peligrosamente explosivo, como ocurrió en este caso, pero no solamente en éste.

Tal cual lo determinó la justicia, Cromañón también fue la obra de una suma de culpas compartidas, desde la temeridad de los artistas, pasando por la irresponsabilidad de los asistentes y por la falta de respeto a las normas de productores y dueños de los espacios. Sin olvidar a los funcionarios públicos que convalidan todas esas irregularidades tanto con la falta de control como con lisa y llana incompetencia, cuando no se agregan también hechos de corrupción que mantienen en pie situaciones anormales para beneficiar ilícitamente a determinados actores, tanto públicos como privados.

Un país distinto requiere de actitudes significativamente distintas, donde el Estado, en vez de engordar fofamente, se fortalezca operacionalmente, especialmente en las áreas de su exclusiva competencia. Donde el afán de lucro de los intereses privados esté perfectamente limitado y controlado por leyes adecuadas pero de cumplimiento efectivo con la severidad necesaria. Donde las personas de a pie, que a la postre resultan ser las víctimas de todos los dramas, respeten las normas previstas para su propia seguridad, en vez de caer en la anomia tan característica en nuestras sociedades donde cada uno hace lo que le viene en ganas.

En otra actitud arbitraria, a lo ocurrido en el recital del Indio Solari, ahora ciertos personajes pretenden politizarlo para intentar que algunos evadan sus responsabilidades. Pero lo grave de esa actitud es que politizando todo, seguimos sin ocuparnos de las gestiones efectivas, que son las que a la postre evitarán este tipo de desmanes, cuyas causas y cuyos efectos no son de derecha ni de izquierda, ni conservadores ni progresistas, sino de ese sentido común y esa responsabilidad social que, parece, hemos perdido los argentinos.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA