El país, con un crecimiento desordenado

Mientras la población en las grandes ciudades sigue creciendo, en el interior suele faltar mano de obra para la producción.

El país, con un crecimiento desordenado

En distintas oportunidades hemos hecho alusión a los graves problemas que se generan con la permanente emigración desde el campo hacia la ciudad o grandes centros poblados.

Con el agravante de que, mientras en el campo comienzan a faltar trabajadores para poder cubrir las necesidades, en los alrededores de las ciudades se produce un sostenido crecimiento de las villas inestables y de gente que, sin trabajo, debe sobrevivir con los planes de asistencia social.

El fiel reflejo de ello surgió durante un seminario que realizó el sector vitivinícola en el que, a través de las consultas, se pudo determinar que la gente emigra porque no tiene acceso a los servicios que les permitan cubrir las mínimas necesidades, tanto en lo atinente a la salud como a la educación de sus hijos, al transporte y a caminos de acceso.

Ahora se conocieron otros datos a nivel país. Una nota publicada en La Nación destaca que una investigación de la Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas (FIEL), basada en cifras del Indec, señala que, en 1991, vivían en zonas rurales algo más de 4 millones de personas, cifra que cayó a 3,5 millones en 2010, a pesar de que aumentó la población en más de 7 millones en ese período, un aspecto más que sorprendente porque el fenómeno se dio en pleno boom de la soja.

Por su parte, la Fundación Agropecuaria para el Desarrollo de Argentina (FADA), indica que, entre 2010 y 2013 se perdieron 300 mil puestos de trabajo en las cadenas agroindustriales de todo el país.

Uno de los mayores inconvenientes se plantea con la falta de empleo privado en el campo. Así lo señala el director de la ONG Proyecto Pulpería: sólo en la provincia de Buenos Aires hay 100 pueblos que están en peligro de desaparecer y en todos ellos hay casas abandonadas. La entidad estima que esas viviendas podrían ser entregadas a familias a los efectos de morigerar la imagen negativa que esa situación da a los pueblos.

Tal como lo señalamos, en el caso de Mendoza, el tema de los caminos también constituye un aspecto esencial. Un informe de CREA destaca que la red caminera tiene 622.527 kilómetros, pero sólo 10,6% está pavimentada, agregando que las rutas nacionales y provinciales sufrieron un fuerte deterioro en los últimos años por falta de mantenimiento.

Esos caminos de tierra intransitables ahuyentaron también a las fábricas, que decidieron mudarse hacia las ciudades. Resultado: más de 90% de la población vive en centros urbanos, aun a pesar de que entre los propios habitantes del interior suele instalarse la idea de que la vida en el campo puede ser dura pero en la ciudad puede ser cruel.

Hay otro aspecto, no menos importante, a considerar. Sucede que los trabajadores que se desempeñan en zonas rurales, incluyendo los informales, constituyen menos de la mitad de los que se desempeñan en el resto de las tareas de distribución y comercialización.

Con el agravante de que se dan aspectos, como sucede en nuestra principal industria, la vitivinícola, en el sentido de que los trabajadores rurales perciben sueldos mucho menores que quienes se desempeñan en la Capital Federal (el lugar de venta).

Una vez el ex titular de la CGT nacional, Saúl Ubaldini, señaló en Mendoza que en la Capital Federal se han instalado las oficinas, pero los que producen y hacen el trabajo más duro está en el interior, en las economías regionales.

Las investigaciones de la Universidad Austral determinan por su parte que hay una fuerte concentración de trabajadores en las grandes ciudades, en particular en la Capital Federal y el conurbano bonaerense, mientras las economías regionales suelen tener problemas por falta de mano de obra.

Analistas de la Sociedad Rural aconsejan que los presupuestos públicos, nacional y provinciales deben apuntar verdaderamente a acortar la brecha que existe en materia de infraestructura, educación y salud, entre otros aspectos, entre los que incluye los salarios, destacando en este sentido que deberían ser de acuerdo con la productividad.

Los aspectos señalados, además de marcar una realidad dura de lo que sucede en un país con un crecimiento desordenado como sucede en la Argentina, constituyen también un desafío a enfrentar por parte de la clase política en general, que debe superar inclusive a quienes tendrán la responsabilidad de conducir el futuro del país y de la provincia.

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