El estallido del Cosmos, aquella primera explosión universal que terminó con la nada, dio lugar a todo lo que se expande en el llamado Universo. De ahí venimos y de procesos posteriores que dieron lugar a la formación del sistema solar. El Sol es el gran señor de estos lugares. Por eso le dice uno a la mujer amada “sos un solcito”, la compara con lo más grande que tenemos a mano, con lo que nos da la vida.
Pero la Luna ha ocupado un papel fundamental en la historia de la humanidad. Se hizo diosa una punta de veces y lo sigue siendo en algunas culturas. Da vuelta alrededor de nosotros y nos acompaña permanentemente en nuestro viaje espacial. Los griegos la llamaron selene para que entrara con más dulzura en los textos poéticos. Los mayas hicieron un calendario basado en los movimientos de la Luna y eran exactos en los ciclos lunares.
Tiene una amplia presencia en diversas manifestaciones que abarcan desde la mitología hasta el arte, pasando por la heráldica o su asociación simbólica con el Islam. Su presencia es habitual en las agujas de las mezquitas y forma parte de la bandera de algunos países, como Bosnia y Herzegovina, Turquía, Azerbaiyán, Malasia, Maldivas, Pakistán, Singapur, Uzbeskistán, Argelia, Comoras, Libia, Túnez, entre otros.
Son demasiados países devotos de nuestro satélite natural para que dimensionemos la importancia que tiene para el mundo. Hasta en los portones del Parque, que dicen fueron encargados en su origen por un sultán de Medio Oriente, sostienen en una de sus puertas la media luna del Islam. En las frases que adornan el amor suele aparecer la Luna mezclada con las melosidades: “Te regalo la Luna” le dice el enamorado a la destinataria de sus suspiros y la frase suena muy bien aunque no hay forma de escriturarla. En el arte la Luna ha equipado numerosas telas de los pintores famosos de toda la historia (Van Gogh por citar uno de ellos) y hasta el cine tuvo sus comienzos con el renombrado “Viaje a la Luna” de George Meliés.
En el canto popular la Luna ha encontrado siempre un espacio. El hombre para cantar levanta la cabeza y se encuentra con la Luna y la mete adentro de una canción. “Luna que se quiebra sobre la tiniebla de la soledad”, dice un tema popular en la década del cincuenta. En nuestro folklore es común en aquellos versos de Atahualpa: “Yo no le canto a la Luna / porque alumbra y nada más” y Mercedes Sosa grabó una versión maravillosa de “Zamba de la Luna llena” con la música de Pedro Aznar y la letra de Yupanqui.
Hace pocos días los chinos han colocado una especie de autito a conducción remota que ahora, mientras usted me lee, anda dando vuelta por paisajes nunca vistos . Ya lo habían logrado los norteamericanos hace varios años y la pregunta es ¿qué buscan del otro lado de la Luna? Por supuesto que debe haber contestaciones científicas que tal vez se alejen bastante de mi conocimiento, pero es actuar a modo de fisgones. Vamos a ver lo que hay en ese lado que no se ve.
La Luna ha jugado a las escondidas desde hace millones de años y estamos tratando de entender qué, de lo que oculta, nos puede servir a nosotros. ¿Habrá un kiosquito, un drugstore, una venta de boletos para Mendotran? No lo sabemos. Estamos tratando de averiguarlo. ¿Qué hay del otro lado de la luna? ¿Qué buscan? El refugio de Papá Noel, una civilización viviente y existente, revelaciones que nos muestren secretos cósmicos.
La Luna ya no es tan de los norteamericanos, ahora los chinos también pueden pedir derechos de autor y la gran bola nocturna se está transformando en cosmopolita. Tiene una cara oculta pero ya empezamos a descubrirla. En una de esas nos ayude a entender por qué tantos funcionarios andan lunáticos o en la Luna.
