"Atención artistas, en 10 minutos empezamos", se escucha en el altoparlante.
Estamos en el área de camarines del teatro griego Frank Romero Day. Es el momento en el que más de mil artistas realizan sus últimos preparativos para poner en marcha las "Sinfonía Azul para el vino nuevo", la edición 84 de la Fiesta Nacional de la Vendimia.
En cuanto actores y bailarines oyen la indicación, el mundo paralelo lleno de magia y adrenalina que ocurre detrás de escena se revoluciona: comienza a moverse a toda velocidad, la respiración se agita y los corazones se aceleran.
El día del espectáculo llegó y todo tiene que salir perfecto, ya se agotó el tiempo. Llevan más de un mes ensayando, prácticamente frenaron todas las actividades de sus vidas para dedicarse durante 30 días a prepararse en virtud de que la celebración máxima de los mendocinos sea maravillosa.
Así, mientras recorremos ese espacio de tres pisos de camarines y pasillos laberínticos, vemos que cada uno está concentrado en su propio rol pero, a la vez, mujeres y hombres están atentos de todo lo que ocurre a su alrededor. Unos suben corriendo las escaleras, otros se retocan el maquillaje, los más relajados se hacen chistes, que seguro ayudan a descontracturar los nervios ajenos y, sin dudas, propios.
Más de 30 mil personas esperan el espectáculo y, aunque algunos tienen muchísimos años de experiencia, los nervios siempre están.
Sensaciones antes de salir a escena
"Desde 2007 hemos estado en casi todas las vendimias. Es una imagen trillada del ser artista: la sensación de cosquillas en la panza previa al momento mágico, que es salir al escenario. Siempre se repite. La expectativa de estar atento para resolver si algo inesperado pasa", cuenta Mario, que baila desde hace tiempo junto a su mujer Victoria. Este año están particularmente felices porque ambos son titulares.
El bailarín también cuenta que para él las sensaciones en el mundo vendimia se dividen en dos. "Primero, la fiesta para el turista y en segundo lugar, las repercusiones que el espectáculo tiene en nuestras familias. Ahí hay una calidez hermosa. Al igual que en el cuadro final, es una energía gigante. La emoción y la adrenalina te van cargando para llegar entero a ese momento", resume Mario con una amplia sonrisa y ya vestido para el malambo.
En otro sector de ese submundo encallado en lo alto del Cerro de la Gloria, está la "memoria del fuego" girando sin parar para mostrarle a sus compañeros y compañeras su colorida y enorme falda. Confiesa que el estado de adrenalina es muy grande. Se la ve realmente feliz, desbordante de energía. "Este es el momento en el que todo se une. Son muchas sensaciones juntas, hay que estar atenta y relajada. Para mí es como estar en Grecia, la cuna del teatro, y el público es el mejor", resume Celeste, que es actriz desde hace ya tiempo.
Carteles con onda
Seguimos recorriendo el backstage de la Vendimia. Parece que hubieran pasado horas esperando a que los artistas salgan a escena y apenas han sido unos minutos, o exactamente al revés.
Es que allí detrás se pierde la noción del tiempo, sólo se siente la energía de un grupo enorme de trabajadores que unen sus talentos con un fin único: brindar un excelente espectáculo a mendocinos y turistas de todo el mundo. Y decimos trabajadores porque quienes están allí detrás no sólo son los artistas. Hay gente de seguridad, de limpieza, coordinadores, técnicos. "Es re lindo, a mí me encanta. Lo que se siente verlos cuando están por salir a escena es increíble", asegura Romina, que es de seguridad y lleva varios años trabajando en Vendimia.
Otra curiosidad son los carteles que cuelgan en distintos sectores de bambalinas. En la puerta de cada camarín, por ejemplo, hay carteles con el nombre del grupo que lo utiliza. Los más formales directamente dicen: maquillaje, protagónicos, folclore contemporáneo.
También están los románticos que se llaman Amor y Danza y, por qué no, los divertidos que se pusieron parte del nombre de la fiesta pero en inglés: los blue symphony. Además hay afiches que indican en detalle los distintos cuadros en los que está divido el espectáculo, modernas pantallas que muestran el escenario para que los artistas se guíen antes de salir y hasta alguno que se animó a "cantar su voto" y puso una lámina de la representante de San Rafael.
Laly y Antonella están en el tercer piso terminando de cambiarse cuando les pedimos permiso para ingresar y saber cómo lo están viviendo. Acceden felices. "Con ansiedad, es mi cuarta Vendimia y siempre siento lo mismo", dice Laly con emoción. Mientras que Antonella, también sonriente, agrega: "Cuando ves al público se incrementa la adrenalina. Es hermoso".
Los más jovencitos
Una de las actrices, ya lookeada para salir a escena, le muestra su calzado a la otra y le dice: "Estas zapatillas las voy a seguir usando. Las adoro, son un amor". Hay un grupo que repasa la letra del libreto, otros que dan órdenes para que todo salga correcto. '¿Ustedes, chicas, son el agua?'. 'No, somos enfermeras', responde a la pregunta de un compañero una de ellas bromeando. Todos ríen. Otros se dicen piropos entre sí o se sacan fotos: "Vengan al camarín de arriba que vamos a hacer una grupal".
Sentado solo en un costado, muy concentrado está Nahuel. Si bien lleva cuatro vendimias, es muy jovencito. "Es muy lindo todo, distinto a otras vendimias porque ha estado más organizado y la producción ha sido mejor. Hay artistas muy talentosos. Nos llevamos súper, compartimos un montón. Los ensayos fueron muy divertidos y también sirve un mes de entrenamiento a full. Tenés en cuenta hasta la alimentación para estar bien preparado", se explaya el bailarín contemporáneo.
Ahora sí, ya no queda mucho tiempo. "Sinfonía Azul para el vino nuevo" está por arrancar. "Estamos re bien, es todo muy nuevo. Está muy bien organizado. Sí, hay ansiedad y nervios porque estamos rodeados de muchísimo nivel. Venimos de Tunuyán, donde se trabaja diferente. Se siente muy buena energía acá", dicen casi al unísono los actores Joaquín y Juan Ignacio antes de subir al escenario.
Para los más jovencitos esta Vendimia sin duda los marcará a fuego, porque es la primera o una de las primeras. Pero para todos los artistas de esta mágica fiesta es un momento especial en el año y en la vida: dejan su corazón en el teatro griego y la magia de los cerros perdura hasta la siguiente celebración, en donde también podrán el alma para que la fiesta mayor de la provincia sea simplemente maravillosa.