El mendocino radicado en París Pablo Agüero apuesta fuerte en su cuarto largometraje, “Eva no duerme”, una coproducción entre Argentina y España que se estrena hoy entre nosotros.
La película, escrita por el propio Agüero y que tuvo su premiere mundial en febrero en la Competencia Oficial del Festival de San Sebastián, se centra en el oscuro itinerario que tuvo el cuerpo de Eva Perón tras su muerte en 1952, etapas que tuvieron que ver con su proceso químico de embalsamamiento, su robo de la sede de la CGT a cargo de un grupo militar tras el golpe de 1955, y su presencia aún ausente cuando en 1970 un comando de Montoneros secuestró al ex dictador Pedro Eugenio Aramburu para juzgarlo y lograr pistas de su destino.
Los tres episodios que componen el film son “El embalsamador”, “El transportador” y “El dictador”, dedicados al anatomista Pedro Ara, encarnado por Imanol Arias; al coronel Carlos Eugenio Moori Koenig, a cargo de Dennis Lavant, y al general Aramburu, encarnado por Daniel Fanego, incluido en el último los interrogatorios y su ejecución, todos conectados por el relato del almirante Emilio Eduardo Massera interpretado por el mexicano Gael García Bernal.
“Creo que la función del artista es generar preguntas, por eso creo en la importancia de la ambigüedad que perturba y conduce al debate. Durante mi investigación, sentí que tanto peronistas como antiperonistas se encerraban en una apología o en una crítica sin matices, que acababa perjudicándolos”, afirmó Agüero este fin de semana en el Festival de Mar del Plata, donde su film participa en la Competencia Internacional.
“Intento dar una versión más compleja de los hechos. Espero que si es polémica, lo sea de manera constructiva”, asegura el director, que resolvió el rodaje casi en su totalidad dentro de un espacio único que juega con escenografías e iluminación en función de cada uno de los capítulos de esta historia que recorre más de dos décadas de la historia argentina y deviene metáfora de divisiones.
“Me llevó años investigar y fue un proceso, no solo de documentación sino de maduración, descubrir que los hechos históricos son muy complejos y ambiguos y que al final la meta de una película no es solo informar hechos históricos sino permitir al espectador vivir una experiencia”.
El autor de “Salamandra”, “77 Doronship” y “Madres de los dioses”, mendocino que vive en París pero alterna Europa con su provincia natal y El Bolsón, recurrió, además, a documentales y noticieros de la época, al igual que a los discursos de Evita, de los que saca partido de su singular voz cargada de vibrante emoción, que trasciende el discurso político para elevarlo a la categoría mística.
“Podemos volver a mirar esas imágenes decenas de veces y seguir descubriendo gestos, expresiones, rostros proletarios, miradas tan expresivas... Muchas veces ‘retrabajé’ los encuadres y las texturas para acentuar sutilmente la humanidad que hay en esas imágenes. Y de pronto me parece cruzarme con esos mismos 'pobres' alimentándose de la basura de los restaurantes de Palermo”, señaló el realizador.
Agüero expone a Evita como un ser que, aún muerto, era energía pura a contrarrestar para una clase que no admitía -ni admite- a las masas, en este caso de acuerdo a un guión que contó con asesoramiento del historiador Marcelo Larraquy y del cineasta Santiago Amigorena.