Nos encontramos en un año electoral y se aceleran los tiempos políticos. Si tomamos en cuenta que las elecciones legislativas se realizarán en octubre, debemos considerar que dos meses antes, en agosto, tendrán lugar las PASO y que los candidatos para estas últimas deberán estar señalados con suficiente antelación. Así entonces, pasados los dos primeros meses del año, en los que históricamente la actividad política ha sido escasa, estamos ingresando en las campañas preelectorales de las diferentes agrupaciones políticas.
Si nos atenemos a los hechos, en este año las principales fuerzas políticas se están preparando para enfrentar el gran desafío que representan las elecciones y es de esperar también que cada una de ellas priorice la propuesta y el ofrecimiento de cómo responder a las necesidades de la gente por sobre el golpe bajo, la descalificación o las declaraciones altisonantes que no harán más que profundizar la grieta que se produjo en la política argentina, esencialmente durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.
Por de pronto cabría señalar que hay algunas actitudes que generan preocupación. Como ejemplo podríamos hacer referencia al proyecto de juicio político al presidente de la Nación, Mauricio Macri, por parte de un grupo de diputados nacionales, entre quienes se encuentran el mendocino Guillermo Carmona y el sanjuanino José Luis Gioja, con el agravante de que el representante de la vecina provincia es también el presidente del justicialismo nacional.
Alegan que existió “responsabilidad por mal desempeño y la comisión de delitos en el ejercicio de sus funciones” y tuvo lugar en el marco de los fuertes cuestionamientos de la oposición contra el Gobierno por el polémico acuerdo firmado el año pasado entre el Estado y el Correo, por una deuda pendiente de la empresa cuando estaba en manos del Grupo Macri. Si bien es cierto que en el tema el Gobierno actuó con torpeza, no es menos real que pedir el juicio político al Presidente por ese hecho aparece tan o más torpe que el error oficial.
También cabría preguntarse de qué manera hubiera reaccionado alguno de los firmantes si en su momento se hubiera pedido un juicio político a la ex presidenta durante el ejercicio de sus funciones. Por fortuna, desde el propio justicialismo hubo voces más coherentes que intentaron poner paños de agua fría a la situación.
También cabría considerar las declaraciones de algunos dirigentes que, en su afán por ocupar -o no perder- espacios políticos, ponen en riesgo la gobernabilidad. Fue lo que sucedió con el Frente Renovador, que durante la primera etapa de la gestión de Macri acompañó las iniciativas oficiales pero que, a medida que se profundiza el año electoral, ha modificado sus actitudes. Su titular, Sergio Massa, quizás impulsado por la polarización que se produjo entre el Gobierno y el kirchnerismo, pidió a un colaborador que tuiteara la frase “Macri recorta como De la Rúa” en referencia a la rebaja en las jubilaciones.
El oficialismo debería ir tomando conciencia de que lleva más de un año de gestión y dejar de recordar la herencia recibida, por más que todos sepamos que fue realmente muy complicada, y considerar también que no todos los reclamos que se producen tienen detrás un fuerte contenido político.
A lo largo de los más de 30 años de democracia la ciudadanía ha crecido lo suficiente como para evaluar con capacidad la actitud de la dirigencia política. De allí entonces que en esa evaluación va a priorizar las propuestas por sobre las declaraciones altisonantes o las reacciones intempestivas.
