Doloroso. Lacerante. Sin explicaciones. Independiente Rivadavia cayó 2 a 0 en su visita a Crucero del Norte de Misiones por la 17ma. jornada de la Primera B Nacional y quedó prácticamente afuera de la carrera por el ascenso a Primera División. Sin luces en el estadio ni en el nivel de juego, esta nueva derrota caló hondo en el seno del plantel leproso.
Peor no pudo ser el comienzo para el Azul, que sufrió la primera cachetada al minuto de juego. Una bofetada por salir dormido a la cancha, como anestesiado. El defensor Gabriel Tomasini saltó, le ganó a todo el mundo en el área de Ayala y de cabeza decretó la ventaja tras un buen centro de Torres. Un gol con aroma a trompada de boxeador profesional. Uno a cero y andá a explicarlo…
No conforme con eso y en los instantes siguientes del asunto, el Colectivero avisó dos veces consecutivas: testazo de Ávalos que se estampó en el palo horizontal después de un mal despeje de Agüero y un mano a mano que el golero leproso le tapó a Figueroa. Todo eso pasó en apenas segundos. Baratísimo.
Con el correr de los minutos, Independiente se enteró de que el horario del partido había sido modificado para las 18 y pareció despertar adelantando las líneas. Pérez tomó la pelota, la puso al piso, se asoció con Leandro Velázquez y Gautier y el tramite se emparejó, pero los intentos no alcanzarían para nivelar el contador de goles.
Tampoco podemos decir que fue una primera parte brillante del elenco de Schurrer, pero sí debemos remarcar que el misionero fue más y que bien podría haber estirado la ventaja tempranera.
El complemento comenzó a las 18.46, cuando el sol amenazaba con retirarse y la pregunta era si el juego iba a poder finalizar normalmente, dado que el estadio Andrés Guacurarí no cuenta actualmente con luz artificial por un “problema” en el generador eléctrico. Y el juego siguió…
En cancha aparentaba haber otro Independiente, que abandonó ese andar taciturno de los primeros cuarenta y cinco y salió a buscar la paridad, aunque enfrentando riesgos en defensa, lo que multiplicó el trabajo de Ayala, de gran tarea hasta ese entonces.
El ingreso de Castorino le imprimió mayor presencia ofensiva a las intentonas azules comandadas por el “Bebu” Velázquez, que habilitó a González Vega y compañía en reiteradas ocasiones, aunque sin suerte. La etapa de cierre fue toda de Independiente, prácticamente.
“Palote” tuvo las suyas, pero no pudo canjearlas por gol, como ya es costumbre. Modón probó por derecha, Parisi por izquierda y Pérez por el centro, pero no había manera, no entraba. Inmediatamente, Giannini vio penal a favor de la Lepra por una clara falta de Rosso a Castorino, aunque la euforia duraría no más de tres segundos al levantarse el banderín del juez Pereyra, quien invalidó la acción por off side del paraguayo. ¿Fue?
Y cuando parecía que el empate era cosa posible, cayó el segundo gol misionero. Diego Torres, ya a oscuras, manejó un buen contragolpe y definió ante la salida estéril de Ayala, que más no podía sacar. Dos a cero y ya fue. Misión imposible.
El ocaso ya no dejaba ver la pelota, literalmente. Pero el árbitro y su “siga, siga” continuaron el asunto. ¡No se veía nada! Caffa capturaba todo lo que le llegaba mientras la gente, en las tribunas, aguardaba el final. Un final que, lamentablemente, llegó para el partido, para Ayala (que se hizo echar por exceso verbal) y para el sueño de ascenso de Independiente.