De los 6 mil casos en los que niños, niñas y adolescentes requirieron de la intervención del OAL durante el primer semestre de 2017, 345 estuvieron vinculados a hechos de violencia en sus distintas formas y 163 sufrieron abuso sexual. El resto de los casos requirieron de la asistencia del Estado por ser hijos de padres en conflicto o que fueron abandonados por éstos.
El dato, si bien no es comparable con otros años -debido a que éstas son las únicas estadísticas que dio a conocer ayer el Gobierno- pone de relieve que Mendoza aún está muy lejos de garantizar una infancia feliz.
El Programa Provincial de Prevención del Maltrato a la Niñez y la Adolescencia también aporta un panorama, aunque parcial. Las últimas cifras conocidas son las de 2016, cuando se reportaron 12.692 niños y adultos atendidos por el área, debido a que el abordaje psicosocial -según señaló su directora, Silvia Mollo- se realiza también con los padres. Lo cierto es que del total de casos, 7 mil fueron niños y adolescentes de 0 a 18 años.
Los pequeños de 5 a 9 años fueron la franja etárea más afectada. “La edad coincide con la posibilidad que tiene el niño o niña de hablar y expresar lo que le está pasando. La escuela, en este sentido, suele ser la receptora de la situación. La maestra suele ser quien denuncia ante los organismos”, explicó Mollo, y detalló que entre los maltratados, al menos mil sufrieron durante el año pasado violaciones y abusos sexuales. La funcionaria aseguró que en los últimos tiempos se ha notado una mayor conflictividad en la vida familiar.
Una manera de visibilizar estos casos es llamar a la línea 102 -las 24 horas todos los días- o al 911 cuando se percibe un hecho urgente en el cual un niño o niña corre riesgo de muerte.