Cinco mil personas disfrutaron del viaje musical que propuso Queen en Córdoba, en una noche en la que hubo clásicos y nostalgia, pero también distorsión y desenfado.
Sin Freddie Mercury, es cierto, pero con Brian May y Roger Taylor sosteniendo la leyenda, Queen pisó la arena cordobesa con autoridad y acaso saldó aquella vieja cuenta que había quedado pendiente cuando en su mítica gira del ’81 visitaron Buenos Aires, Rosario y Mar del Plata (¿algún día llegará el turno de Mendoza?).
Sobre el escenario, la performance de los Queen fue impecable y la solidez rítmica en la ejecución de las canciones disfrazó con elegancia cualquier atisbo de añoranza por el enorme cantante que no está.
Es que Adam Lambert, el actual vocalista, pudo driblear el peso de las comparaciones imponiendo un estilo propio que no intentó calcar el registro de Mercury. Para los nostálgicos que fueron en busca del mito sonaron todos los himnos (“Bohemian Rhapsody”, “We will rock you”) y para los amantes de la buena musica, canciones efectivas (“Don’t Stop Me Now”). Todos quedaron felices.