“Strange Little Birds”, sexta placa del grupo estadounidenses Garbage, se presenta como el trabajo más oscuro del cuarteto en más de 20 años de registros discográficos pero, al contrario de sus álbumes anteriores, es en el que las voces suenan más naturales.
A lo largo de todo el registro Shirley Manson canta envolviendo el ambiente con una voz gutural, rasposa y, por momentos, desesperante, como en los versos que abren el disco: “Aprendo más cuando estoy sangrando. Me tiras abajo, entonces me levanto”.
Luego de 21 años de su debut discográfico homónimo, el cuarteto no se preocupa en reproducir el éxito de estribillos y guitarras que tenían en himnos como “Stupid Girl” o “Queer” y con la excepción de la rockera “Empty”, que recuerda al aclamado “2.0”, el resto de la placa trae canciones más complejas, con menos melodías y más rítmicas; usando las baterías electrónicas como si fueran yunques que agarran de los pies a las letras y las anclan a tierra.
Las melodías vocales, cuyos coros se procesan con reverberancias, delays y chorus, le enfatizan el tono natural que la voz principal de la ex Angelfish puso de forma consciente, con la idea de “sonar más pasional”, según explicó Butch Vig, baterista del grupo (mítico productor de “Nevermind” de Nirvana).
Mezclado y producido por Butch Vig y Billy Bush y masterizado por Emily Lazar, ambos colaboradores de Garbage en su anterior trabajo, “Not Your Kind of People” (2012), la placa de 11 canciones zigzaguea entre el sonido electrónico y uno más humano; y está a la altura de un grupo que se pasea por el rock, el pop, el industrial y todos los subgéneros.