El museo Fader, en espera

El anuncio del arreglo de la estructura del edificio del Museo Fader es una buena noticia para el mundo del arte. Lamentablemente se perdió mucho tiempo en consolidar la vieja casona, por lo que urge remontar los años perdidos y devolver a la cultura me

El museo Fader, en espera

La prolongada inactividad de uno de los sitios de arte pictórico más importantes del país, el Museo Provincial de Bellas Artes Emiliano Guiñazú - Casa de Fader, enfrenta una concreta posibilidad de recuperación.

El maravilloso establecimiento de ladrillo visto, de Mayor Drummond, cerró sus puertas tras el sismo del 18 de junio de 2012 y desde entonces permanece cerrado.

Lo más preocupante del estado actual de la casona, para funcionar como museo, es la vulnerabilidad de su estructura edilicia, de aproximadamente 130 años de antigüedad, que se ha visto afectada por los sucesivos movimientos sísmicos, la humedad y otros factores.

El Gobierno provincial ha anunciado en estos días la restauración de este espacio patrimonial y hacerlo en dos etapas: la primera incluirá la consolidación y refuerzo estructural; la segunda, la puesta en valor de los elementos arquitectónicos y pictóricos del museo.

Los trabajos previstos tienen un presupuesto total estimado en unos 28 millones de pesos y un plazo previsto de ejecución de 18 a 20 meses, que se empezarán a contar desde el momento en que se firme el contrato de adjudicación.

En una primera etapa se instalará una nueva estructura en los cimientos y un sistema de encadenado para que la edificación cumpla con los reglamentos vigentes.

Si todo sale bien y no hay demoras en la ejecución del proyecto, el Museo Provincial de Bellas Artes volverá a abrir sus puertas a fines de 2018.

Otra labor implícita que debe cumplirse es la necesaria protección del valioso acervo de artistas argentinos e internacionales -Berni, Quinquela Martín, Carlos Alonso, Pettoruti, Azzoni y Bravo, entre otros-. Por eso es atinado que estas pinturas, más 42 de la colección del gran creador que fue Fernando Fader, sean trasladadas a un edificio de la Secretaría de Cultura que ofrezca buenas condiciones de conservación.

Una preocupación adicional es que los depósitos del museo no cuentan con la temperatura y humedad adecuadas para preservar realizaciones de notable importancia artística.

Ya en una segunda etapa se abordará la puesta en valor de los murales de Fernando Fader que ornamentan el salón principal y otros ambientes, tarea que se encargará a especialistas en restauración de este tipo de pinturas. También se recuperarán los pisos, muros y cielorrasos y se renovarán las instalaciones eléctricas, sanitarias y de climatización.

Con prescindencia de que se perdió mucho tiempo y la refacción integral de las instalaciones debió haber comenzado años atrás, no está de más hacer un mea culpa como sociedad, porque no sólo es doloroso para los artistas sino que también deja traslucir que los mendocinos no estamos muy preocupados por los espacios culturales.

Finalmente, una línea para destacar la ímproba labor de la Asociación Amigos del Fader, que fue creada hace 16 años y cuya motivación principal en ese lapso fue advertir sobre el mal estado del museo a las autoridades de turno y trabajar denodadamente para recuperar el viejo esplendor de la institución, en correspondencia con aquel 11 de abril de 1951, que fue la histórica jornada de inauguración del museo.

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