En una entrevista con un diario de Buenos Aires, con motivo de su visita al país en el marco de la Cumbre del G20, el presidente del Banco Mundial, el surcoreano Jim Yong Kim, opinó que en nuestro país los debates deberían ser menos ideológicos.
El directivo consideró que en la mayoría de los países los argumentos ideológicos respecto de si se debe ser capitalista o socialista, o si corresponde la salida del sistema capitalista global son debates que se dan en el campo académico y "jamás se convierten en políticas efectivas", lo cual -aseguró- no se da en América Latina, en cuyos países muchas veces esas posturas sí se convierten en acciones políticas. "Es sólo en países como la Argentina donde tenemos estos debates incorpóreos, que están completamente desconectados de la realidad del mundo exterior", sostuvo el titular del Banco Mundial al matutino La Nación.
Jim Yong Kim acotó al respecto que dicha determinación "es algo que está desconectado de la realidad del mundo". El directivo puso como ejemplo de cómo piensa el resto del mundo sobre el capitalismo de mercado global: "Hay que mirar a los países que son comunistas, como China y Vietnam. Mis conversaciones con ellos nunca son sobre socialismo versus capitalismo. Entienden que para hacer crecer la economía tienen que encontrar la manera de insertarse en el sistema global de mercado capitalista de la manera más efectiva".
Las reflexiones del titular del Banco Mundial, que dijo confiar en las reformas que lleva a cabo la administración de Mauricio Macri, suenan como bálsamo, justamente, para el gobierno nacional, aferrado a la imagen y los resultados concretos para el país que deje la cumbre que finalizó ayer en Buenos Aires luego de soportar un año de tremenda inestabilidad económica, atravesando una preocupante recesión y con perspectivas de inversión extranjeras reticentes como consecuencia de tantas anomalías.
No caben dudas de que la decisión del actual Presidente de impulsar una sensible consolidación de las instituciones de la República es muy valorada internacionalmente y debería ser reconocida por todos en el país, sin distinción de identificaciones partidarias.
También ha sido de notable trascendencia la reinserción global de la Argentina dispuesta por el actual gobierno, lo cual ha quedado reflejado tanto en el cumplimiento de compromisos como en la mayor predisposición de asistencia por parte de las principales potencias mundiales, lo que quedó claramente reflejado en el apoyo no habitual que dio el Fondo Monetario Internacional.
Esa consolidación institucional de nuestro país debería quedar reflejada más que nunca en el año electoral que se avecina, en el que el actual gobierno nacional deberá poner a consideración de la ciudadanía si el camino emprendido es el correcto o, en todo caso, si las decisiones tomadas en el campo de la economía y las cuentas públicas se tomaron a tiempo o no, como se debate por estos días en muchos ámbitos influyentes.
Los desatinos políticos y tensiones inútiles observadas con motivo de debates cruciales en el Congreso de la Nación, más la tirantez que generan muchas marchas mayormente potenciadas por intereses partidarios o ideológicos no contribuyen a la consolidación de la imagen de nuestro país, que debería tener en su clase dirigente su base de sustentación.
Independientemente de las correcciones políticas que deban efectuar las autoridades democráticamente elegidas el año próximo, sea cual fuere su identificación partidaria, el derrotero será guiado por los acuerdos logrados por la actual gestión como producto de la predisposición para reinsertar a la Argentina en el mundo que ya nadie debería discutir.
