El mundo no se cae y sigue consumiendo

La Presidenta intentó justificar la caída de las exportaciones sin asumir que el tipo de cambio real está atrasado por la inflación y mayor carga impositiva.

El mundo no se cae y sigue consumiendo

Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes

En su discurso en el Día de la Industria, la presidenta argentina, Cristina Fernández defendió la política económica de su gobierno, dijo que el tipo de cambio no estaba atrasado y que el desafío futuro era que no solo había que sustituir importaciones sino que habría que “sustituir” exportaciones porque el mundo se había caído, y así justificaba las menores exportaciones y la caída en los precios de las materias primas.

La primera observación es que llama la atención que Cristina hable como si nosotros fuéramos un mundo distinto al “otro mundo” donde viven el resto de los países. Esta definición no es nueva (“el mundo se nos cayó encima”, había dicho otra vez) pero tiene un sonido peligroso. Suena a mesiánico, suena a gente con una soberbia de tal magnitud que parece patológica.

Pero, estimado lector, no se asuste. Nosotros estamos en el único mundo que existe, somos parte del él pero no fijamos las reglas de juego. Esas reglas las fijan los que tienen poder y lo real es que para el mundo económico Argentina casi no existe. Cuando nuestro país decide tomar medidas que van en contra de las tendencias globales siempre le va mal.

No es que el mundo sea perfecto y que los que tienen el poder tengan la razón. No, pero tienen la mayor de las razones: el poder, y si se equivocan, los platos rotos los pagan los más vulnerables y los que, siéndolo, no se asumen como tales.

La mentalidad industrial

La industria en Argentina ha pasado por muchos vaivenes. Tampoco hay una sola industria, ya que hay diversos sectores industriales y diferentes tamaños de empresas dentro de cada uno de ellos. Por eso hablar de "industria" es una generalidad muy poco clara.
Desde que comenzó el despegue de la Argentina industrial los sectores que más crecieron fueron los vinculados al procesamiento de productos primarios. Si bien se agrega valor al producto primario, se genera otro producto, conocidos como "commodities industriales", es decir, productos indiferenciados que tiene valor agregado pero no se pueden distinguir por su origen.

Desde siempre el sector industrial argentino pidió protección y le fue concedida. Ya sea mediante barreras arancelarias, cupos de importación, mediante fuertes devaluaciones o con reintegros que mejoraban su tipo de cambio real.

Muy pocas empresas de capital nacional han hecho desarrollos tecnológicos para exportar productos “industria argentina” al mundo. Hay algunos casos de maquinarias agrícolas y los casos más sonados son los vinculados a productos obtenidos de la producción primaria. La más exitosa, en volumen productos, ha sido la industria vitivinícola y decimos exitosa por la cantidad de consumidores en el mundo que pueden enfrentarse ante la opción de producto “industria argentina” como el vino. También hay dulce de leche o yerba mate.

El resto  siempre se dimensionó para el mercado interno y, en la mayoría de los casos, en lugar de invertir en desarrollo de productos propios, apelaron a comprar licencias de productos extranjeros, pagando royalties (derechos de autor). No solo no desarrollamos licencias para el mercado interno sino que además no podemos exportar y pedimos protección contra la competencia extranjera.

El mundo sigue su marcha

Es verdad que el mundo está complicado, pero lo que ocurre es que estamos en un cambio de ciclo y eso suele confundir. Los cambios generan crisis porque cambian las modalidades de los negocios y los flujos, pero no significa que el mundo deje de consumir.

Brasil es el ejemplo que nos ponen y es real. La caída de la actividad económica de nuestros vecinos está ligada a una menor actividad económica en China, que en lugar de crecer al 7% lo hará al 6%, pero, en contrapartida, India crecerá al 7,5%, mientras que EEUU viene haciéndolo al 2,5% y Europa, en su conjunto, se está recuperando y puede crecer cerca del 1,5% promedio.

Esto quiere decir que no se cayó nada, porque aunque Brasil crezca menos, sigue consumiendo. El problema grave es que Argentina no ha seguido las tendencias modernas en los últimos años, que se han caracterizado por muy baja inflación y tipos de cambio flexibles.

El problema argentino es la inflación, que es generada por el propio gobierno que, para tapar el problema que genera, decide congelar el tipo de cambio como “ancla anti inflacionaria”. Esto quiere decir que si no hubieran hecho eso la inflación sería mayor.  Para financiar el mayor gasto, además de la inflación se aumentó la presión impositiva y todo eso conspiró para atrasar el tipo de cambio.

Para poder sustentar estas políticas se recurre a la emisión monetaria, pero también a barreras para que empresas y particulares compren dólares. Pero como no alcanza tiene que sacar pesos excedentes del mercado y aumentan las tasas de interés. Este incremento ha llevado a la parálisis de la economía o, mejor dicho, a no crecer.

El problema argentino es que no podemos venderle a un mundo que consume porque nuestro tipo de cambio no se ajustó como lo hicieron los demás países y entonces la justificación es que no vendemos porque el mundo se cayó. No se cayó nadie, solo que quisimos cambiarle la reglas de juego al mundo sin tener poder para hacerlo. Así de simple.

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