El mundo en guerra

El mundo en guerra

Al llegar a Cracovia, Polonia, el Papa Francisco, en sus primeras palabras pronunciadas en la tierra natal de su predecesor, Juan Pablo II, se refirió a la situación actual del mundo con términos ya reiterados en otras oportunidades: “El Mundo está en guerra”. ¿Es una exageración del Sumo Pontífice o es realmente así? Nos proponemos demostrar que realmente tal afirmación es veraz y que entraña un grave peligro para el mundo entero.

Más de treinta naciones y varios grupos sediciosos han convertido, a Oriente Medio, en un caldero hirviente pronto a explotar, escalando la guerra no declarada e informal, en un conflicto de carácter global, en un verdadero Apocalipsis que retrotraería la civilización a la era de las cavernas, como dijo Einstein.

La distancia hace que no llegue a nosotros el ruido de las bombas, el repiqueteo de la artillería, el olor acre de la pólvora, el hedor de los cadáveres y multitudes huyendo de la destrucción y la muerte; hace que desconozcamos o neguemos una dolorosa realidad. Es decir, llega a nosotros pero en forma virtual por lo que casi no tomamos conciencia de que no es una fantasía sino algo muy trágico y real.

Los frentes de la guerra

El primero es el de los países que sufrieron la ocupación de parte de su territorio,(Siria e Irak), debilitado por una intensa guerra civil el primero y por una anarquía insoluble el segundo, como consecuencia de la intervención y ocupación de los EEUU, para derrocar a Saddam Hussein. Aprovechando tal circunstancia, un ejército, que surgió de un día para otro, ocupó parte del territorio de ambos con el propósito de constituir un Estado islámico. Un Estado para ser tal requiere indispensablemente una base territorial, donde ejercer el poder y aplicar su ley (la nación kurda, de más de 30 millones de habitantes, no es un Estado porque carece de territorio).

ISIS, por sus siglas en inglés, si bien es un desprendimiento de Al Qaeda, actúa con mucho mayor inteligencia, crueldad y armamento de última generación , que le permite hacer frente a una coalición de más de treinta países que lo atacan casi a diario con una lluvia de misiles y bombas.

El segundo de los actores de esta confusa guerra, es la coalición de países que combaten a ISIS. No todos con el mismo objetivo, ni decisión. Algunos, como Rusia, priorizan el ataque contra los enemigos del presidente sirio; otros, como Arabia Saudita y los sultanatos del golfo Pérsico, bombardean pero a su vez financian a los yihadistas. Finalmente, aquellos que todavía dudan entre atacar a las fuerzas del ISIS, o dejar que éstas arrojen del poder al presidente sirio (para lo que fueron organizadas y armadas) como los Estados Unidos, por ejemplo.

Trasfondo político religioso del conflicto

Un editor afgano dijo acertadamente que las fuerzas de ISIS son “fascistas sagrados que están usando inadecuadamente al Islam como un instrumento para tomar el poder”. Su propósito, siendo una ínfima minoría dentro de las sectas del Islam, es lograr el dominio de éste, demostrando mayor capacidad y eficiencia, para cuyo propósito cuentan con el apoyo de otra secta minoritaria: el Wahabismo, sustentado y propagado por Arabia Saudita.

El Wahabismo es una versión fundamentalista del Islam del siglo XVIII que impone, como ley del Estado, la sharia, cruel y arbitraria legislación, que surge de la aplicación de los libros sagrados del Islam. Ésta relega a la mujer a un triste y secundario papel, que hasta le extirpa el clítoris para evitar su goce sexual. Considera, además, a los chiítas (casi el 90% de los musulmanes) y a los sufíes, como no islámicos, que deben ser perseguidos y destruidos junto con los “adoradores de la cruz” y los judíos.

La doctrina de Al Qaeda e ISIS se nutre de muchos de los arcaicos principios del wahabismo. Luego de imponer su ley en el Islam, su propósito es destruir la civilización Occidental y gobernar el mundo.

Muchos de los creadores de este Frankenstein, entre ellos los EEUU, están aterrorizados por el monstruo que han generado, pero que tienen la obligación de aniquilar, como cuando de un laboratorio se escapa un germen de alta peligrosidad. Lo que han conseguido hasta el momento, con los bombardeos, es dispersarlos por el mundo entero como cuando se atiza un nido de avispas. Su táctica consiste en imponerse por medio del terror, que paraliza, y atacar en cualquier lugar con el menor costo criminal y el mayor rédito posible de víctimas.

Qué hacer para destruir al monstruo

En primer lugar es indispensable lograr la paz en Siria. Para ello los distintos actores deberán comprender que lo que se halla en juego, es su propia existencia y quizá la del mundo entero. La decisión es draconiana: o se apoya al gobierno de Bashar al-Assad o a los cortacabezas del Estado Islámico. Es fundamental un cese del fuego entre las fuerzas que apoyan al presidente y la de los que lo combaten, como coletazo de la Primavera Árabe. No sería la solución política final, pues el odio entre las partes es muy fuerte, pero ayudaría al logro de ésta. Ninguno de los dos contendientes tiene posibilidades de continuar una guerra larga y desangrante.

La continuidad de este estado de cosas sólo favorece a ISIS. Es necesario el compromiso de las potencias que apoyan a uno u otro bando.

Rusia, China e Irán pueden y deben influir sobre su protegido Al-Assad, y los EEUU, Arabia Saudita y Turquía, que aún están empecinados en derrocarlo, deben comprender que este objetivo por ahora es imposible; aún es fuerte. Controla no menos de 13 de las 14 capitales de provincia. Que, como resultado de facto del acuerdo, cada sector gobierne donde ejerce el poder. Es imprescindible el restablecimiento de una paz duradera, reconstruyendo lo destruido y permitiendo el regreso de cientos de miles de refugiados sirios, descomprimiendo a la egoísta Europa, que cerró sus fronteras a la desesperación de millones de refugiados.

Políticamente hay un enorme contrasentido: la famosa coalición liderada por los EEUU, no tiene mucho entusiasmo en combatir a ISIS; los que sí lo tienen, han sido excluidos, como Irán; los militares sirios que responden al presidente; los grupos terroristas Hammas y Hezbollah, como así el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), que deberían ocupar el lugar de aquellos otros.

Es necesario que el mundo tome cabal conciencia del enorme riesgo de una escalada del conflicto, que desemboque en una guerra nuclear. Por ahora ISIS siembra el terror como arma de guerra, lo que está teniendo graves efectos en la política global, con funestas consecuencias para el mundo libre que aspira a seguir siendo respetuoso de los derechos humanos.

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