En poco más de una semana, Mendoza fue y es sede de dos eventos del vino a nivel internacional.
El primero de ellos, la asamblea anual de las Grandes Capitales del Vino, con la participación de representantes de la Argentina y de las otras siete ciudades que son miembros del grupo, y el segundo el Congreso de la Organización Internacional de la Vid y el Vino, al que han comprometido su participación técnicos de más de 20 países que expondrán sus ponencias.
Hasta no hace mucho tiempo la Argentina era prácticamente desconocida en el contexto internacional. Se sabía que era una gran productora de uvas y que sus vinos, de regular calidad porque se priorizaba la cantidad por sobre la calidad, eran destinados a un consumo interno que llegó a alcanzar 90 litros per cápita.
Mientras ello ocurría, Chile, Estados Unidos y Australia -otros integrantes del denominado Nuevo Mundo Vitivinícola- se insertaban en los mercados, basándose en la modificación de las pautas de consumo, impulsando los varietales para competir con las “zonas vitivinícolas” que sostenían los países del “Viejo mundo”, como Francia, España o Italia.
Cuando se produjo la caída del consumo interno, la vitivinicultura argentina salió a ganar los mercados externos.
Produjo previamente un cambio profundo en la industria, partiendo de la base de reconvertir viñedos hacia variedades de mayor valor enológico, pasando por la incorporación de tecnología en bodegas y estableciendo como objetivo fundamentarse en el malbec, entre los tintos, y el torrontés, entre los blancos, para poder incursionar en el exterior.
Los resultados saltan a la vista no sólo en lo que a exportaciones se refiere, a pesar de que en los dos últimos años se han producido serios inconvenientes en lo que hace a la competitividad.
Hay aspectos que ratifican lo señalado: en los últimos 15 años dos representantes de nuestro país ocuparon la presidencia del máximo organismo internacional del vino. Primero fue el licenciado Félix Aguinaga y actualmente la licenciada Claudia Quini, ambos mendocinos.
De la reunión de Grandes Capitales del Vino participaron representantes de Bordeaux, Francia; Bilbao, España; Casablanca, Chile; Mainz, Alemania; Porto, Portugal; Napa, Estados Unidos y Ciudad del Cabo, Sudáfrica, y el objetivo fue mostrar los avances que ha tenido Mendoza en materia de turismo vitivinícola, elaborado por Bodegas de Argentina con el apoyo de la Universidad Champagnat, en la que se indica que la provincia pasó de tener 330.000 visitantes en 2004 a poco más de un millón en el 2013.
Se indicó que son entre 120 y 125 las bodegas abiertas al público en las que no sólo se ofrece probar vino sino también se amplía a experiencias que tienen relación con el alojamiento, la gastronomía y, en algunos casos, cosechar y elaborar vinos.
Por su parte, el Congreso de la OIV, que se desarrolla en la provincia, abordará la temática “Vitivinicultura del Sur, confluencia de conocimiento y naturaleza”.
Ya se han recibido mas de 500 trabajos y alrededor de 20 países han presentado sus ponencias, entre los que se destacan Francia, Italia, Brasil, Alemania y España, entre otros, lo que demuestra el interés que ha despertado el evento.
Por el lado de la Argentina, las ponencias surgen de estudios realizados por las universidades Nacional de Cuyo, de San Juan, del Comahue, Católica de Cuyo, de Chilecito, Maza, el INTA y el Instituto de Desarrollo Rural.
La consideración internacional alcanzada por la industria vitivinícola local se ha fundamentado en la calidad de los productos, en la seriedad de las empresas en su incursión en los mercados externos y en el trabajo que se ha desarrollado no sólo en la actividad en sí sino en las paralelas, como es el caso del turismo enológico.
El camino trazado es el óptimo y hay que continuar por esa senda.