Se entendía lo del Tomba. Ante un Pincha a pleno (Pellegrino puso en cancha lo mejor que tiene a disposición) había que aguantar, que soportar los embates del local que, en realidad, no fueron tantos. Galeano y Viera ganaban por arriba y por abajo no pasaban mayores sobresaltos.
Ceballos y Alvacete no eran desbordados sencillamente porque los atacantes del Pincha tenían los perfiles cambiados (Sánchez Miño iba por derecha y Barbona por izquierda) y Pereira era el único que proponía velocidad pegada a la raya. Estudiantes solito se metía en el embudo.
Todo controlado. Ahora, aguantar los noventa minutos es imposible. Y de mitad para arriba estaba lo inexplicable del planteo del Gato o, al menos, no salió nada de lo planeado.
Se le hacía muy difícil sostener la pelota en los pies y por eso el contragolpe aparecía como la alternativa más válida para llegar al arco de Hilario Navarro. Ayoví le robó la pelota a Desábato en la salida del Pincha, el ecuatoriano imprimió velocidad a su carrera pero poco metros después tuvo que frenar porque se dio cuenta de que estaba solo.
Algo muy similar le sucedió a García, que con espacio para correr vio cómo ninguno de sus compañeros se desprendieron con vocación ofensiva y la terminó perdiendo en lo que se insinuaba como una propicia situación para el contragolpe.
Nadie imaginaba manera alguna en la que Godoy Cruz pudiera llegar al gol. Sin embargo, el Tomba llegó al gol. Sánchez Miño pierde de manera inexplicable una pelota con Fernández (¿no hubo falta del atacante?), quien corrió treinta metros mano a mano con Desábato y en la medialuna del área sacó un derechazo tremendo. Golazo.
No merecía el equipo mendocino ponerse arriba, pero lo hizo. Y ahora todo el problema era para Estudiantes, que había hecho un gran primer tiempo. Sin embargo, el Pincha iba a dar vuelta el partido en dos jugadas viciadas. Alvacete le puso su pie derecho a un tiro libre rasante de Gil y el ex Lepra mandó la pelota contra su propia valla.
Jugada desafortunada que volvió todo para atrás sólo cinco minutos después del gol de Fernández. Y para completar el panorama desgraciado, el árbitro Díaz inventó una falta de Galeano sobre Carrillo y sancionó penal, que el mismo Carrillo cambió por gol.
Estudiantes había hecho un gran primer tiempo pero se quedó con la victoria con dos goles alcanzados no de la mejor manera, no fueron producto de asociaciones colectivas ni virtudes individuales. Y aquí se explica el sabor amargo con el que Godoy Cruz se vuelve a nuestra provincia. Regaló el primer tiempo porque nunca hizo pie y en el segundo, cuando mejoró sobre todo en la faz ofensiva, lo perdió.
Será tarea para el Gato separar la paja del trigo. En el mundo del revés, perdió tres puntos que poco se pueden explicar por lo sucedido dentro del campo de juego.