El de España no será un Mundial más ya que marcará un antes y un después para el seleccionado argentino de básquetbol, porque será el torneo de despedida de la Generación Dorada y el inicio del recambio que más temprano que tarde debía producirse.
Sin lugar a dudas la despedida de la Generación Dorada no será la que todo el básquetbol argentino hubiese deseado. Las ausencias de Emanuel Ginóbili, principalmente, y Carlos Delfino, fueron un duro golpe desde el punto de vista emocional y deportivo.
Pero así son las cosas. El mundo no es perfecto, y esto lo saben todos, desde Julio Lamas, pasando por Luis Scola, Andrés Nocioni y Pablo Prigioni, hasta aquellos que como Nicolás Laprovittola, Marcos Delía y Matías Bortolín afrontarán su primer Mundial.
La transición será dura porque la Generación Dorada acostumbró al básquetbol argentino a estar en lo más alto durante doce años y la realidad indica que será imposible reemplazar a ese grupo de jugadores talentosos que desde Indianápolis 2002 viene haciendo historia en el deporte argentino.
Hoy se pone en marcha el Mundial. Este plantel, o algunos de sus referentes, no tiene que demostrar nada. Pero claro está que conociendo a jugadores como Scola, Nocioni, Prigioni, Leonardo Gutiérrez y Facundo Campazzo, ninguno se va a entregar aunque la mano venga mal barajada.
Tienen derecho a imaginar una despedida digna de su historia. Se lo ganaron.