La sensación que tengo es que se terminaron esos nueve puntos iniciales y que ahora empieza el Mundial de verdad, la parte en la que no podés fallar porque te volvés inmediatamente a casa.
No quiero especular con eso de que Argentina tiene el camino liberado para llegar a la final porque a los partidos hay que jugarlos y puede pasar cualquier cosa.
Si la pelota pega en el palo y entra, ganás. Y si no, podés perder. Además, el Mundial ya tuvo varias sorpresas, como las eliminaciones de Italia y de España, especialmente.
La señal positiva es que el equipo mejoró en el último partido, contra el seleccionado de Nigeria. Si bien el margen de error todavía se puede achicar mucho, se vio más movilidad y Ángel Di María y Javier Mascherano levantaron el nivel para acompañar a un Lionel Messi, que por lejos es el mejor.
El problema es que el equipo es una cosa de la mitad de la cancha para arriba y otra muy distinta en defensa, donde da muchas ventajas. Hay que corregir eso.
Argentina tiene que lograr que los rivales le empiecen a tener el temor que todavía no le tienen porque el equipo puede dar mucho más. Tengo confianza, pero hay que demostrarla en la cancha.
