El motochorro y una sucesión de hechos lamentables

Si el delincuente que días pasados intentó asaltar a un turista canadiense continúa en libertad, a pesar de haber sido filmado cometiendo el delito y de haber aceptado que delinquió, los argentinos debemos preocuparnos porque el problema de la inseguridad

El motochorro y una sucesión de hechos lamentables

Lo sucedido días pasados, con el frustrado asalto por parte de un motochorro a un turista canadiense en la Capital Federal, deja una estela de hechos lamentables si consideramos la situación desde diferentes aristas, que alcanzan a la inseguridad, pasan por la Justicia y afectan también a algunos medios de difusión que no trepidan en desarrollar realities de cuestionable nivel periodístico, en procura de sostener o incrementar un mal entendido rating.

El hecho constituyó una muestra más de los gravísimos problemas de inseguridad que afectan a los argentinos -aunque en este caso haya involucrado también a un extranjero- y que siguen siendo ignorados tanto por los funcionarios nacionales como en los reiterados discursos de la propia Presidenta de la Nación.

Con un agravante en este caso en particular: como la víctima pudo filmar todo lo ocurrido y pasar el video por internet, el hecho fue conocido en todo el mundo y quedó severamente lesionada la propia imagen de la Argentina en el exterior.

Lo sucedido con la Justicia también merece una consideración. Porque a pesar del video y de las propias declaraciones del motochorro, quien reconoció el acto delictivo, nadie actuó de oficio y luego, cuando la policía metropolitana lo detuvo, una jueza federal, María Servini de Cubría, señaló que esa detención se produjo durante un procedimiento irregular porque “en ese momento ese señor no estaba haciendo nada”.

En esa oportunidad se le encontraron también 480 gramos de marihuana, pero “hay jurisprudencia de que la gente que tiene un poco de cocaína o marihuana sale en libertad”, dijo la magistrada, quien destacó también que se trata de un problema de jurisprudencia, por lo que derivó todo a otro juzgado. Mientras tanto el delincuente, que cuenta con un frondoso prontuario y volvió a delinquir, sigue en libertad.

Es muy preocupante también lo que sucedió con los medios de comunicación. Porque, en lugar de difundir la noticia con la seriedad que el caso requiere (vale aclarar que muchos lo hicieron) hubo algunos que se enfrascaron en una verdadera carrera por conseguir la palabra del delincuente, aunque para ello hayan tenido que “ceder” en algunos aspectos, especialmente en lo que a preguntas se refiere. Porque el malviviente pudo desenvolverse con tranquilidad y hasta se dio el lujo de criticar a la víctima, al afirmar que mostró el video “para hacerse famoso”.

Demostró además ser un profundo conocedor de las leyes y así por ejemplo dijo que actuó “por necesidad”; señaló que arrojó el arma al río de la Plata (el principal elemento de prueba), “porque estaba arrepentido de lo que había hecho”; aseguró que su intención era “robar, no matar” y de inmediato aclaró que el intento de robo es un delito excarcelable y hasta intentó mostrarse -falsamente por supuesto- arrepentido por lo que había sucedido. Peor aún, se victimizó al asegurar que por haber aparecido en los medios de comunicación le resultará muy difícil conseguir trabajo.

Queda en evidencia a todas luces que algo está fallando y cada uno deberá hacerse cargo de la parte de culpa que le corresponde. Pero si un delincuente con los antecedentes que contaba el motochorro, que aparece claramente cometiendo un acto delictivo, que reconoce que lo cometió y que no terminó en una tragedia por pura casualidad sigue estando libre, ¿podemos los argentinos tener algún tipo de esperanza de que la inseguridad pueda tener en un futuro, cercano o lejano, algún tipo de solución?

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