La fiesta que empezó un día atrás con el banderazo de los hinchas de River en esta ciudad se prolongó al Nagai Stadium en el debut en el Mundial de Clubes. Los hinchas millonarios mudaron el Monumental a Japón: de 20.133 espectadores que hubo en el estadio, al menos 15.000 eran de River, en un escenario para 45.000 personas.
Banderas, camisetas, disfraces. Desde temprano la ciudad se tiñó de rojo y blanco. No había punto de Osaka en el que no apareciera un hincha de River. Fanáticos de todo el país, del exterior, todos unidos por la pasión riverplatense.
Dentro del estadio, hubo hinchas en los cuatro sectores de la cancha. Los japoneses de Sanfrecce estuvieron en una cabecera. Los hits que siempre se entonan en Núñez retumbaban en Osaka. “De la mano del Muñeco vamo' a Japón”.
Pero ese calor inicial se fue apagando con el correr de los minutos. El equipo no transmitía buenas señales y sufría. Los fanáticos intentaban levantar el ánimo de los jugadores. En el segundo tiempo, el pedido fue unánime: “River, ponga huevo”, “esta noche tenemos que ganar”. Alario convirtió el gol y el alma volvió al cuerpo.
Un alarido se escuchó cuando se terminó el partido y el deseo fue uno solo: “El domingo cueste lo que cueste, el domingo tenemos que ganar”.
Barras procesados
El tribunal oral número 15 condenó a tres años y ocho meses de cárcel de cumplimiento efectivo a Adrián Rousseau, uno de los ex jefes de un sector de la barra brava de River Plate, por el episodio de enfrentamiento entre grupos antagónicos conocido como "la batalla del playón", ocurrida en 2007.
Rousseau fue condenado por el delito de "lesiones graves" y por ahora no irá a prisión, pues la condena aún no está firme.