El mismo dolor a un año de la tragedia

El 7 de febrero, el chofer de un camión que viajaba a contramano por el acceso Este terminó con su vida y la de 16 personas que iban en colectivo. Sólo 5 policías fueron imputados por las fallas en el 911.

El mismo dolor a un año de la tragedia
El mismo dolor a un año de la tragedia

¿Qué hay? Hay papeles, cajas de cigarrillo, botellas de gaseosa con líquidos que se evaporan. Hay ruidos que vienen desde la ruta y desde el autódromo Jorge Ángel Pena, a unos metros de la zona cero. Hay ruidos de insectos que se esconden en los arbustos.

Hay cuatro cruces. Pavimento abrasado por el calor, por la tragedia, por el horror de lo que nunca debió suceder y que una vez más fue posible por la negligencia humana. Hay algunos hierros derretidos, escondidos a la vista del observador inocente, pero testigos de lo que fue. Hay un cartel que habla de la conciencia colectiva. Hay recuerdos que no se van a borrar. Nunca.

Hoy, 7 de febrero, se cumple un año de una de las tragedias viales más tristes, violentas e inesperadas de la historia de Mendoza. Aquel día, Genesio Mariano (35), el chofer de un camión brasileño que transportaba ajo, terminó con su vida y con la de 16 pasajeros de un colectivo de la línea Mercobus Plus Ultra, que había salido de Córdoba y cuyo destino final era la terminal de Guaymallén. En tanto, otras 14 personas resultaron heridas.

Según se supo, el camionero de la empresa ACM viajaba en estado de ebriedad, a contramano, a 110 kilómetros por hora al momento del impacto. Había viajado 2.200 kilómetros en dos días de los cuales 20 los hizo en la dirección contraria a la del flujo vehicular, en pleno acceso Este. Su travesía terminó casi frente al autódromo Ángel Pena. Y es probable que nunca llegara a enterarse de este periplo.

Por este hecho quedaron imputados cinco policías que desestimaron los nueve llamados de advertencia que se produjeron al 911 hasta tres horas antes del accidente y la denuncia presencial de un testigo que sufrió daños en su vehículo por el camión brasileño. El fiscal de delitos complejos Santiago Garay explicó que ha reunido suficientes pruebas como para realizarles un juicio oral y público.


Quienes quedaron
Mónica, Andrea y Nicolás vivieron el accidente y todavía hoy se les hace un nudo -como no puede ser de otra manera- cuando lo recuerdan. Mónica Gautier es la viuda de Santiago Hernández (44), el chofer de Andesmar que tomó el colectivo en San Martín para que sus colegas lo acercaran a la terminal de Mendoza.

“Ha sido un año muy complicado. Soy mamá de tres niños, entre ellos una bebé que en aquel momento tenía 5 meses. Fue muy duro. Todo lo que hemos pasado es muy difícil”, dijo con la voz a punto de quebrársele.

Por otra parte, contó que este sábado, a las 17.45 hora exacta del accidente, se realizará una misa con todos los familiares, amigos y compañeros de las personas fallecidas. “La idea es que hable un cura y un pastor”, agregó.

Andrea del Píccolo (28) es la mujer embarazada que sobrevivió al accidente y que había viajado en secreto a Mendoza para el casamiento de uno de sus hermanos, para sorprender a todos.

Hoy es mamá de Julia, una bebé prematura que también sobrevivió al accidente y que afortunadamente no tiene ningún problema de salud. Viven en Buenos Aires junto a Osvaldo, marido y padre, respectivamente, desde noviembre y desde allí cuenta que los meses posteriores al choque fueron arduos.

“He pasado toda la semana llorando, sabiendo que se cumplía un año. Te vuelve todo, como si acabara de pasar”, asegura y agrega: “Todos los días te acordás los ruidos, el olor, las imágenes, y eso que yo he tratado de no leer lo que pasó ese día”.

Andrea afirma que todavía no logra superar lo que le ocurrió y que día a día trata de aprender a convivir con ello, con la terrible manera en que compañeros que viajaban con ella fallecieron. “Julia es todos los días el motivo por el que estoy viva, para reafirmarme que estamos bien y que hay que salir adelante. Siempre pienso en eso, desde un primer momento”.

El saldo de la experiencia -y tras un mes y medio de internación post accidente- es la rodilla derecha inestable producto de la mala fuerza que hace para mantenerse en pie y el brazo izquierdo que no puede forzar por lesiones en el omóplato y en la clavícula y que debe ser operado; es el mismo brazo que además sufrió un corte parcial en el músculo deltoide que requiere mucha fisioterapia.

“Algún día le voy a contar la historia a Julia, porque es parte suya. Cuando ella sea consciente de lo que se le habla, porque le va a modificar la realidad. A nosotros (a su familia) nos pasó. Hasta las formas de expresarnos. Ahora nos decimos las cosas, cada vez que hablamos nos decimos ‘te quiero’”, cuenta.

Nicolás Ríos tiene 25 años, es periodista y ese día se subió al micro en Desaguadero. Venía a trabajar a Mendoza para cumplir con sus deberes laborales y fue uno de los afortunados que logró salir de entre las llamas del micro casi sin traumas físicos.

“Del accidente me acuerdo siempre y por eso he tenido tratamiento psicológico. Lo dejé, pero lo tendría que seguir”, relata. En agosto le operaron una mano donde tenía incrustado un vidrio, que si bien no le molesta para trabajar, le ha hecho perder fuerza en la mano.

“Recién en octubre (ocho meses después) pude viajar de vuelta en colectivo. El viaje fue tranquilo, pero no pude dormir en ningún momento. En cuanto lo hacía, me despertaba alterado, miraba la ventana. Para colmo, como iba abajo; no podía ver nada. Eso me hacía poner nervioso”, describió.

Además aseguró que a su mente vienen recuerdos constantes de aquel 7 de febrero: “Siempre tenés imágenes de lo que pasaste. Cuando he andado por esa zona de la ruta, he visto, le he prestado atención, pero nunca he bajado. Recién lo haré este sábado”.

Solos en la lucha

En el lugar del accidente, cuatro cruces recuerdan el hecho. Una de ellas es en homenaje a los fallecidos, en general, de la familia Montecaseros. Otra tiene dibujado un nombre, el de Santiago Hernández, donde flamea una corbata de Andesmar, y otra más que hace referencia a José Nieva. Por el piso todavía hay algunos restos que pertenecen al colectivo o al camión.

Poco importan las precisiones. Algunas flores de plástico se han desprendido de las cruces. Algunos conductores memoriosos, al pasar por el lugar, se persignan.

Frente a ellas, las artistas “Pato y Belu” levantaron un cartel que reza: “Por la justicia y la memoria”, y está fechado el día 20 de setiembre del año pasado. El cartel muestra a un micro y a un camión a punto de encontrarse de frente. No hay otra referencia.

Los tres relatos a los que accedió Los Andes (ver nota principal) tienen un punto en común. Los tres coinciden en señalar que luego del accidente nadie se acordó de ellos. “Salvo el vicegobernador, nadie se acercó para saber si estamos bien”, cuenta Andrea. Nicolás y Mónica repiten una historia similar. Ninguno ha recibido compensación de ningún tipo.

Para el abogado Mario Vadillo, la situación que se presenta a las víctimas es complicada, ya que el camionero, único con posibilidades de ser imputado, falleció en el accidente y por ello la causa penal debió ser cerrada.

“En estos casos, el que debe responder es el camionero. Como falleció obviamente no puede hacerlo y las personas deben demandar a la empresa de Brasil, para que citen al seguro. Y el seguro puede decir que hay exclusión de cobertura por el estado en que se encontraba el conductor”, explicó el abogado.

Vadillo aseguró que en estos casos debería pagárseles de inmediato a las víctimas, como sucede en otros países, pero acá si existe un siniestro de tránsito los litigios duran años y se tiende a no pagar nada. “Por eso las empresas prefieren ir a juicio. Es mas barato litigar”, argumentó el letrado.

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