La historia de santi Cazorla debe ser una de las más duras del fútbol mundial. El zurdo que deslumbró en el Villarreal se ganó la transferencia a un equipo de elite como el Arsenal de Inglaterra, pero una lesión fue el principio de su calvario que duró casi dos años y que terminó hoy, cuando volvió a jugar en un amistoso vistiendo los colores que lo vieron nacer: los del Villarreal.
El 19 de octubre de 2016 el Arsenal enfrentó al Ludogorets por la Champions League y desde ese partido Cazorla no volvió a pisar una cancha y comenzó un calvario que duró 636 días.
Ocho operaciones, una rotura de ligamentos, infecciones en el hueso, un injerto de piel (le sacaron del brazo y se lo injertaron en el talón) y varios problemas médicos más fueron sus principales complicaciones. Esa infección fue en la zona del talón de Aquiles y se "comió" ocho centímetros de tejido, y hasta hubo riesgo de amputación. Gracias a los antibióticos, la operación pudo completarse definitivamente en mayo.
Luego de un intenso trabajo de recueración, Cazorla rescindió con el Arsenal y regresó al Villarreal para realizar la pretemporada y definir si podrá afrontar la Liga Española.
Hoy, cuando el Submarino Amarillo enfrentó al Hércules en un amistoso, Cazorla ingresó y el estadio estalló en una ovación.