Hace 25 años los científicos de la farmacéutica Pfizer buscaban un medicamento contra la hipertensión, pero el grupo de mineros que probó el remedio durante el estudio se dio cuenta de un efecto colateral inesperado: los hombres tenían erecciones más a menudo y más duraderas. "Ese fue un punto determinante", señala en una entrevista el químico David Brown al recordar el momento en el que él y sus colegas todavía no habían identificado el potencial de su casual hallazgo.
Cinco años después, el 27 de marzo de 1998, llegaba al mercado estadounidense el principio activo sildenafil bajo el nombre comercial de Viagra, que iba acompañado de un potente artículo en la revista "Time" titulado "La píldora de la potencia (sexual)".
Medio año después aterrizaba en Europa y desde entonces la pequeña píldora azul ha revolucionado la vida sexual de hombres y mujeres en todo el mundo: más de 64 millones de hombres han ingerido más de 3.000 millones de esas píldoras, según Pfizer. La empresa ha ganado miles de millones con este compuesto.
Los expertos hablan ya de un “efecto Viagra”, pues con el auge de la pastilla, muchos hombres se atreven por primera vez a hablar de sus problemas en la cama.
"Antes los hombres esperaban 10 o 20 años. Ahora los pacientes acuden a mí después de tres o seis meses", cuenta el urólogo Frank Sommer, profesor universitario de Salud Masculina en Hamburgo y presidente de la Sociedad Alemana para el Hombre y la Salud.
Una de las razones de ello nace del problema de la impotencia, que para muchos afectados es como un estigma social. Ese "no poder" es lo que en términos científicos se denomina disfunción eréctil, un término médico con el que resulta más fácil convivir.
Con todo, al principio parecía una conversación picante cuando se hablaba de la pastilla y sus efectos, según recuerdan los expertos en mercadotecnia. En Estados Unidos la publicidad estaba sólo permitida a partir de las 23 horas y los actores que participaban en ella lucían de forma visible una alianza.
Pero la píldora comenzó a tener éxito, pues al tratarse de una terapia oral para la disfunción eréctil tenía grandes ventajas. "Antes había que pinchar el pene, lo que muy pocos querían". El urólogo Sommer recuerda que había alternativas muy poco atrayentes como las intervenciones quirúrgicas.
El sildenafil ayuda en la erección a un 70 por ciento de los hombres con problemas agudos, pero no se trata de algo automático, sino sólo cuando el hombre ya tiene una erección. La pastilla, sin embargo, no está indicada para enfermos del corazón y puede tener efectos secundarios peligrosos si se combina con otros medicamentos, razón por la cual en muchos países sólo se consigue con prescripción médica.
Como en ocasiones las razones de la disfunción eréctil no son físicas, los médicos consideran necesario establecer primero la causa antes de recurrir a esta medicación. "A veces hay que estimular los nervios o la zona pélvica", señaló Sommer.
Con los años han aparecido en el mercado diversos productos que compiten con el Viagra, realizados con compuestos similares, así como varios genéricos. En 2012 expiró la patente del viagra en Europa y a fines de 2017 en Estados Unidos. Aún así, el Viagra original cuesta considerablemente más caro que los genéricos.