El método Méndez

A su muñeca para idear un grupo sólido y ganador, el DT le agregó otra faceta clave en los 90’: su acertada lectura del juego para torcer el rumbo de trámites adversos y transformarlos en puntos para seguir líder. Nace un estratega.

El método Méndez

¿Cuál es el secreto de Sebastián Méndez? La pregunta recurrente se escucha a menudo en los pasillos del Malvinas, en los bares y también en boca de muchos integrantes del dueño de la punta, a la cual no soltó más. ¿Qué método emplea para que su equipo esté a dos pasos de clasificarse a la final por el título y con un pie y medio adentro de la Copa Libertadores 2017 cuando aún restan dos fechas por jugarse? ¿Fortuna? ¿Una buena racha? No. Mucho más que eso.

La verdad está en el campo de juego, en ese estilo innegable de no rifar la pelota y salir jugando siempre, en el pressing alto al que somete a sus rivales, en la paciencia para no desesperarse nunca, en la simpleza para que cada uno juegue donde mejor rinde, en el poder de fuego de la dupla ofensiva y en la convicción y el hambre de gloria de todos por conseguir los objetivo propuestos.

Sin embargo, cuando esas características no afloran y, como ante Quilmes, el equipo es maniatado y dominado por su adversario de turno, afloran la muñeca y capacidad de lectura del Gallego y compañía para meter cambios que sirven para dar vuelta resultados, asegurarlos y ganar puntos que lo mantienen bien arriba.

Si los cambios son la mejor arma que tienen los técnicos para torcer el rumbo del desarrollo de un partido, Sebastián Méndez maneja el género a la perfección. Ante el Cervecero, luego de un flojo primer tiempo (una constante de los últimos partidos) el elenco salió con otra actitud al complemento. Se paró varios metros más adelante y encontró la ventaja rápida con el tempranero gol de Zuqui a los 2’.

Pero cuando el equipo de Grelak había emparejado el resultado y nuevamente mandaba en el trámite, Méndez metió a David Ramírez (por Silva), Angel González (por Godoy) y a Javier Correa (por Ceballos).

Entonces, el desarrollo cambió de manos y la historia fue otra. Angelito fue protagonista exclusivo en el penal que Morro García cambió por el 2 a 1, Ramírez le dio pausa y precisión en el primer pase y Correa lo liquidó con una definición que tuvo su sello. Una vez más, como ante River, Vélez, Gimnasia y Arsenal, por citar sólo algunos ejemplos, el Tomba evidenció una metamorfosis clave a partir de la acertada lectura de juego que hicieron desde el banco de suplentes. Nace un estratega.

Pero no todo se define en 90 minutos. Durante la semana, hay horas y horas de trabajo silencioso de un cuerpo técnico formado a imagen y semejanza del DT que no deja escapar ni el más mínimo detalle. Desde aquel 5 de diciembre en el que fue presentado como flamante DT del Bodeguero, su trabajo se respaldó en la participación activa y denodada de un equipo de trabajo que trabaja de la manera más profesional posible y no deja ningún detalle al azar.

Desde los preparadores físicos (Sebastián Martínez Córdoba y Marcos Catalini), pasando por los ayudantes de campo (Fabio Talarico y Adrián González), siguiendo por el entrenador de arqueros (José Sallei), el cuerpo médico encabezado por el doctor José Rodríguez Buteler junto a los kinesiólogos Germán Arenas y Martín Sleiman, el masajista Héctor Aballay y los utileros Ariel “Masche” Suárez y Federico y Ezequiel Gómez, la maquinita funciona aceitada.

Ni hablar de la comunión que existe con el cuerpo técnico de la Reserva, lo que genera un compromiso inédito de los jugadores que quedan fuera de la convocatoria del fin de semana para dar una mano en el equipo que marcha escolta.

También hay un encargado de filmar y editar los partidos (Juan Jardel) con el objetivo de poder corregir errores en los partidos. Incluso, la edición muchas veces se realiza en vivo y con la clara intención de cambiar algo en el entretiempo de los partidos. Ni hablar de la gente que trabaja en el Predio de Coquimbito (otro acierto de la dirigencia para la comodidad de los jugadores y el cuerpo técnico) para que todo este siempre impecable y alineado a los planetas de la causa.

“Los que hacen buenos a los entrenadores son los jugadores”, es la frase de cabecera del Gallego Méndez, el único responsable de que se haya dejado de hablar tanto del método Guede para empezar a darle lugar al método Méndez.

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