Las declaraciones de Pablo Guedes, futuro ministro de Economía del Brasil, de acuerdo a los anuncios del presidente electo Jair Bolsonaro, relativizando al Mercosur, alarmó a algunos periodistas y a esos "panelistas" que hablan de todo como si supieran.
La realidad es que el Mercosur no ha sido beneficioso para la economía nacional. En los últimos años de los 90 las exportaciones argentinas a ese mercado representaron el 34 %, pero en esta década bajaron al 23 %.
La idea de un mercado común entre nuestras economías no era mala siempre que hubiera servido para promover una industria competitiva capaz de ganar mercados externos y negociar en conjunto tratados de comercio con otras regiones.
En cambio se limitó a un acuerdo para las industrias automotrices de ambos países y algunas fábricas de artículos para el hogar. La realidad es que Brasil nos vende bienes industriales a nosotros porque por su calidad y precio no puede venderlos en otros mercados y, viceversa, lo mismo sucede con las ventas industriales argentinas a los brasileños.
Por otro lado perjudica a las economías regionales como la de Mendoza y otras provincias. Cada vez que hay un conflicto por los microondas o los lavarropas en la frontera del Brasil detienen por días a los camiones con productos frutihortícolas de nuestra provincia.
Como no hemos firmado tratados de libre comercio porque el Mercosur nos limita, nuestros vinos, frutas y conservas pagan aranceles del 12 al 15% en numerosos mercados mientras en Chile esas mismas producciones entran sin pagar aranceles porque este país ha firmado más de 50 tratados de libre comercio. Agreguemos que el Brasil ha obstaculizado la importación de vino a granel argentino.
El Mercosur tiene un arancel común del 35% para las importaciones de países fuera de ese organismo. Así protege actividades ineficientes incapaces de generar divisas y perjudica a los consumidores que se ven obligados a comprar productos más caros y de inferior calidad.
En las últimas dos décadas hemos tenido una inflación de organismos regionales con el pretexto de la integración regional y la llamada "patria grande" como Unasur, Parlasur y otras organizaciones que sólo ha servido para crear cargos burocráticos generosamente pagados, establecer complicidades entre autoritarios y corruptos y perdurar en el atraso.
Hace pocos años una experta brasileña en el tema en un foro del INTAl dijo con crudeza algo muy cierto. "Dos pobres que se asocian no hacen un rico, si queremos salir de la pobreza no queda otra alternativa que buscar asociarnos con los más ricos".
Días atrás, un periodista amigo, de izquierda, me mandó un video por el aniversario del No al Alca, en la lamentable cumbre de Mar del Plata en el 2005 donde se montó un espectáculo para el golpista comandante Chávez. Le contesté simplemente: "¿qué se ganó?". Por cierto hubo ganadores, los profesionales del yo me opongo, de la protesta, del piquete y de la decadencia argentina; esos que nunca producen nada y viven del saqueo de los fondos de los contribuyentes.
La Argentina supo tener, hasta mediados de los años 40, el 3% del comercio internacional. Hoy sólo representamos el 0,40% en las transacciones comerciales entre los estados de la comunidad internacional y la mayor parte son productos agropecuarios. Chile nos supera ampliamente en el total del intercambio con la mitad de la población.
Hace pocos días, en un seminario el embajador de Australia nos interpelaba con este comentario: "Chile exporta más de 43 mil millones de minerales y ustedes el 10% de ese monto, que yo sepa la cordillera de donde extraen los chilenos los minerales es la misma".
La Argentina tiene varios problemas, pero sin duda a la falta de una moneda que posibilite el crecimiento de la bancarización y por ende el crédito, la reforma del sistema impositivo para terminar con las distorsiones que sufren las provincias más productivas, hay que sumar la necesidad de incrementar en gran escala las exportaciones Exportar es el camino para salir del problemas de la escasez de divisas.
El crecimiento argentino, los sucesivos endeudamientos externos son el resultado de la incapacidad de generar divisas genuinas. Ella es la única manera, junto con el reentrenamiento de los trabajadores, de generar empleos de calidad y bien pagos. Creer que podemos desarrollarnos protegiendo actividades ineficientes y caras dedicadas al mercado interno es repetir errores cometidos durante décadas y que nos condenaron a la decadencia y a dejar fuera del sistema a un tercio de los argentinos.
En conclusión, no hay que alarmarse por las declaraciones del próximo ministro de economía del Brasil. Si el Mercosur no se reforma es mejor dejarlo languidecer. Sólo ha beneficiado a un pequeña minoría y perjudicado a muchos, productores, trabajadores y consumidores.