El Mercosur frente a las elecciones en Brasil

La proximidad de los comicios presidenciales en Brasil, con el brusco giro que ha tomado la campaña electoral, ha encendido luces de alarma respecto del futuro del Mercosur, un organismo de integración continental cada día más alejado de las funciones par

El Mercosur frente a las elecciones en Brasil

La muerte, en agosto en un accidente aéreo, de Eduardo Campos, candidato a presidente por el PSB modificó el panorama electoral en Brasil. Hasta ese momento los sondeos de opinión ponían en primer lugar a Dilma Rousseff, quien va por un segundo período presidencial, seguido de Aécio Neves del PSDB.

Mientras, Campos, acompañado en la fórmula por Marina Silva, estaba tercero lejos. La muerte de Campos llevó a colocar a Silva como candidata en su remplazo y a partir de ese momento comenzó un crecimiento acelerado de su intención de voto, desplazando a Neves al tercer lugar, quien ha dejado trascender la posibilidad de retirar su candidatura porque sus votantes se inclinan por Silva. Así las cosas, algunos pronostican que en segunda vuelta ésta podría aventajar a Rousseff. Hasta aquí el ajedrez electoral.

En esta columna hemos sostenido en varias oportunidades que el Mercosur se parecía más a un proyecto fallido que a una esperanza económica. El Mercosur es ya un vehículo desvencijado, que se encuentra empantanado política y económicamente. En el orden político es de sobra conocida nuestra mala relación con Uruguay y los constantes roces con Brasil.

Desde el punto de vista económico los integrantes del Mercosur no han tenido, ni tienen, vocación alguna de constituir un mercado común, con libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas. Por el contrario, han acentuado las medidas proteccionistas, especialmente la Argentina, y una obsoleta sustitución de importaciones, en lugar del libre comercio.

Lo que ahora enciende las luces de alarma es la posición que la candidata, Marina Silva, tiene en materia de política económica, que puede resumirse en una clara inclinación a favor del libre funcionamiento de los mercados y una apertura de la economía del Brasil al mundo. Silva está siendo asesorada en materia económica por destacados economistas defensores del liberalismo, Eduardo Gianetti da Fonseca y André Lara Resende, pero otras informaciones indican que están jugando un papel tanto o más importante dos destacados empresarios que, además, son aportantes de peso en la campaña electoral.

Uno es Guilherme Leal, de la exitosa empresa productora de cosméticos Natura. La otra es una mujer, Neca Setúbal, heredera del imperio bancario y financiero Itaú, que es la coordinadora de la campaña electoral. El objetivo explícito, reiteradamente anunciado, es flexibilizar el Mercosur, avanzar en la integración con la Unión Europea, con la Alianza del Pacífico y con el propio EEUU. Esta reorientación de la política económica del Brasil no es repentina; viene gestándose desde hace tiempo.

Varios factores están interviniendo en el giro. De un lado, hace rato que importantes sectores económicos del Brasil están cansados de las trabas que la Argentina impone al ingreso de productos de ese país. En un reciente trabajo del Ieral se muestra la pérdida de importancia del Mercosur para el comercio del Brasil. El principal destino de sus exportaciones es Asia, que le compra un tercio del total, mientras que la UE y EEUU suman un 30%.

Actualmente sólo un 11,4% tiene por destino el Mercosur y de ellas el 60% viene a la Argentina. La caída de la participación tanto en importaciones como exportaciones con Brasil ha sido importante. La conclusión del Ieral, como de otros análisis, es que cualquiera sea el resultado de las elecciones, Brasil se encamina hacia una mayor integración con el mundo, quiere jugar en las “grandes ligas”, por algo integra BRICS.

Se advierte en Brasil un cambio económico con consecuencias políticas importantes, ya que la gran industria paulista cree que está en condiciones de competir con éxito en el mundo. La misma ha pasado de la vieja posición proteccionista a una aperturista, y su peso como grupo de presión es inconmensurable. A ello se suma la creciente influencia de los empresarios agropecuarios, que tienen similares intereses de apertura.

Parece que el Mercosur llega a su fin y que la Argentina deberá girar ciento ochenta grados en su orientación económica e internacional si no quiere quedarse aún más sola en el mundo

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