Gustavo Encina era uno de los pilotos del avión de LAMIA que se estrelló cerca de Medellín y que dejó 71 fallecidos. El lunes a la mañana, pocas horas antes de despegar la aeronave, escribió un mensaje en su cuenta de Facebook que parece una premonición.
Encina vivía con su familia en Asunción y era hincha del Chapecoense. Ya había trasladado al plantel del equipo brasileño en más de una oportunidad. También se sumó a los festejos por la clasificación a la final de la Sudamericana.
“¿Hacia dónde mirás en tu vida? ¿Atrás o adelante?”, se preguntó el mismo día en el que encontró la muerte.
“Que el señor te dé la gracia de soltar las cosas, aún aquellas que considerás preciosas en esta vida y te permita mirar para adelante, donde está Cristo esperándote para un encuentro glorioso que te abrirá las puertas de la eternidad“, reflexionó horas antes de embarcarse en el vuelo que se estrellaría en Colombia
Encina tenía una hija de 16 años. “Te amo, mi amor”, le dedicó Adriana en Twitter, en respuesta al último mensaje de su padre, quien había posteado el jueves una foto del Chapecoense junto a un avión con el mensaje: “¡Finalistas en la Sudamericana, estamos con ustedes!”.