El mensaje de Mascherano y una final picante con connotaciones políticas, históricas y sociales

Pidió darle el ejemplo a los chicos. Pero, para muchos argentinos y chilenos, en esta final se juega más que un partido de fútbol.

El mensaje de Mascherano y una final picante con connotaciones políticas, históricas y sociales

Javier Mascherano otra vez tiró un discurso para el recuerdo que dio la vuelta al mundo, en una final a la que mira el planeta entero por sus connotanciones políticas, históricas y sociales.

"Acá no hay guerra", dijo. "Vamos a jugar una final, no una guerra. No hay que meter el deporte en el medio de la política", pidió.

"El deporte es sano, y debemos dar el ejemplo a los chicos. Somos países hermanos", insistió el jugador de Barcelona, ante la rivalidad entre los hinchas argentinos y chilenos. "El que haga mejor las cosas será el triunfador".

Una frontera extensa y una guerra que no fue

Con una de las fronteras conjuntas más extensas del mundo (5 mil kilómetros) y a 37 años de haber estado a punto de batirse en una guerra, la final ha puesto en alerta a las autoridades chilenas.


Hay 60.000 argentinos viviendo en Chile -la segunda mayor comunidad detrás de la peruana- y una fluida interacción en pueblos y ciudades a ambos lados de Los Andes. Sin embargo, existe una rivalidad latente.

El nivel oficial el estado de las relaciones bilaterales es considerado como "excelente", más aún desde que la socialista Michelle Bachelet asumió la presidencia de Chile en marzo de 2014, revitalizando los tibios vínculos que se vivieron en la administración anterior del derechista Sebastián Piñera.

"El fútbol no puede interferir entre los vínculos profundos que existen entre nuestros países", exhortó el ayer el canciller chileno, Heraldo Muñoz, en un intento de relajar el ambiente previo al partido de este sábado.

La historia contemporánea de los dos países les juega en contra.

En 1978, Chile y Argentina, ambos gobernados por dictaduras, estuvieron a un paso batirse a guerra por la posesión de las islas en el Canal de Beagle, en el extremo austral .

Con tropas desplegadas en ambos lados de la frontera, el conflicto se resolvió sólo tras la urgente mediación del Papa Juan Pablo II.


Los argentinos no olvidamos el apoyo que cuatro años más tarde le dio la dictadura chilena de Augusto Pinochet (1973-1990) a Gran Bretaña durante la guerra que los enfrentó por las islas Malvinas, "una traición" revivida en un cántico de hinchas argentinos que se viralizó en redes sociales.

Un cierto nivel de inferioridad respecto a un vecino que por años lo superó en todos los ámbitos, podría explicar el sentimiento "antiargentino" en una parte de Chile, de acuerdo a analistas.

"Los chilenos todavía nos seguimos viendo por debajo de los argentinos, pese a que nuestros indicadores económicos hoy son mejores", dijo ael abogado y analista internacional, Ricardo Israel.

"Eso viene desde hace muchos años, cuando para los chilenos ir a Argentina era como ir a Europa", agrega, asemejando lo que sucede también en la relación de Chile con sus otros dos vecinos: Perú y Bolivia.

Sólo un partido de fútbol

El temor de que los ánimos se enciendan el sábado hizo que dos protagonistas del encuentro llamaran a la cordura. Ya durante la semifinal disputada el martes en la ciudad de Concepción, el himno argentino fue duramente abucheado por los hinchas locales y los visitantes respondieron con "el que no salta es un traidor", en alusión al apoyo chileno a Londres en la guerra de las Malvinas.

"Este es un partido que se va a jugar a mil y donde se juegan muchas cosas, pero más allá de un partido disputado debe haber un respeto entre compañeros", coincidió el lateral chileno Eugenio Mena.

"El partido del sábado es muy importante. Los chilenos quieren decir que ahora le ganamos a los argentinos en todo. Los argentinos quieren demostrar que ellos siguen siendo superiores en fútbol", dijo por su parte el analista de la Universidad Diego Portales, Patricio Navia.

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