Esta noche se entregaron los premios Oscar en su 90° edición y el cineasta Sebastián Lelio, mendocino de nacimiento y chileno por adopción, alzó la estatuilla a Mejor Película Extranjera con su cinta "Una mujer fantástica".
Él mismo define el trabajo realizado como un ejercicio narrativo, una historia que no pretende ser denuncia de conductas sociales, testimonial, ni oportunista, sino simplemente cine, algo que, no obstante, es difícil de separar del contenido; una obra que permitió a un largometraje de su país ganar por primera vez el Goya, y ahora un Oscar.
El relato tiene como protagonista a una mujer, que es la amante de un empresario textil maduro, recién separado, con el que planea una vida en común, una segunda oportunidad para los dos, en vistas a un viaje a las Cataratas del Iguazú que puede marcar el inicio de un tiempo que dejará por completo atrás el pasado. Simplemente la búsqueda de querer ser cada uno como lo desea rompiendo, incluso, prejuicios.
Esa noche en la que el hombre pone sobre la mesa los pasajes, ocurre un imprevisto que nadie había incluido en medio de tanta seducción y sensibilidad, de tanto poner la mirada en ese porvenir que proponía ese primer rato en el que apenas se sabe algo de esos dos protagonistas. Porque la muerte golpea la puerta, y no será fácil para ella, transexual, enfrentar un universo lleno de prejuicios.
Lelio, que comenzó su carrera hace tres décadas, conocido por sus filmes anteriores "La Sagrada Familia", "Navidad", "El año del tigre" pero especialmente por "Gloria", de la que él mismo acaba de dirigir su remake estadounidense con Julianne Moore y John Turturro, estrena en las próximas semanas "Disobedience", una producción británica basada en la novela de Rebecca Lenkiewicz, protagonizada por Rachel Weisz y Rachel Leibowicz.
