El ‘martes negro’ que se fabricó el peronismo

El ‘martes negro’ que se fabricó el peronismo
El ‘martes negro’ que se fabricó el peronismo

Por Marcelo Zentil - Editor de la Sección Política

Francisco Pérez está pagando en efectivo su impericia política. Lo que antes podía disimular con discursos de barricada, algún mimo presidencial y el respaldo de los intendentes peronistas, en el final de mandato ya se ha tornado una evidencia imposible de ocultar. Es cierto, la culpa no es sólo suya, aunque cuando termine su tiempo en diciembre, seguramente los “compañeros” se abrirán y él deberá hacerse cargo de la cuenta.

Todo el peronismo es responsable de lo que pasó porque, apurado por asegurarse “algo”, ante el temor de tener que dejar el poder en diciembre, fue por todo, olvidándose del consenso con la oposición. El PJ mendocino actuó como el más rancio kirchnerismo, aunque sin el respaldo de los números legislativos.

La de ayer fue sin dudas una derrota de Pérez ante su odiado rival Alfredo Cornejo, el candidato a gobernador del frente opositor Cambia Mendoza. El radical apuntó hace una semana los cañones a Miriam Gallardo y los disparos dieron en el blanco.

Es cierto, no es una victoria cornejista 100%, porque la UCR sola no hubiera podido lograrla. Lo hizo con una gran ayuda peronista, entre votos y decisiones erróneas.

La más evidente en esta batalla fue la del hasta hace poco “mejor amigo” del Gobernador. Matías Roby, el candidato 'rebelde' del FpV, jugó sus cartas y los votos de senadores aliados en contra de su ex compañero del Liceo. Así, terminó mostrando que la pelea que protagonizaron fue real y no un montaje, como se sospechaba en un principio.

Aunque la principal colaboradora de Cornejo y los radicales fue la propia estrategia del oficialismo que, para “arreglar” la interna, decidió hacer un reparto de cargos, sin importar mucho la condición de los postulados.

Así, Gallardo, una obediente ejecutora de órdenes partidarias y escasos antecedentes jurídicos, terminó a un paso de la Suprema Corte sólo por pertenecer al sector Azul, que comanda Juan Carlos Mazzón.

Si el peronismo hubiera buscado entre sus filas, aunque sea en el rincón de los olvidados, a un “intachable” repleto de diplomas (alguno debe tener), hubiera dejado sin argumentos a un radicalismo envalentonado por la campaña.

El mejor ejemplo de lo que podría haber hecho y no hizo el Gobierno es el juez de la Suprema Corte, Omar Palermo, propuesto por el mismo Pérez y avalado por la oposición casi sin titubear.

Además del Gobernador, hay otro herido en esta batalla: Adolfo Bermejo, el precandidato a gobernador que respalda el oficialismo partidario contra el kirchnerista Guillermo Carmona y Roby. El senador nacional es el 'padrino' de Gallardo y su sector fue el único de los tres “grandes” que se quedó sin nada.

Pérez no sólo quedó en off side ayer por las bolillas negras. Además de su escasa ‘muñeca’ política, en el mismo día, con una provincia semiparalizada por la protesta contra el impuesto a las Ganancias, explotó su gestión administrativa del Estado.

Hasta ahora, había que hurgar en el peloteo a los proveedores y la subejecución de la obra pública para descubrir los “rojos” no asumidos por el Gobierno, pero demorar el pago del sueldo a los estatales es una decisión que denota el ahogo financiero.

El déficit crónico con el consecuente endeudamiento han sido una marca de la gestión Pérez, hasta ahora salvada por un aumento de la recaudación por sobre la inflación. Pero la notoria caída de ese crecimiento este año, dejó en evidencia la realidad.

Si antes no hubo problemas con los sueldos, mucho tuvo que ver el “salvataje” del Banco Nación que, según admitieron fuentes oficiales, autoriza siempre a fin de mes un mayor descubierto para pagar sueldos.

La situación cambió tras el acuerdo interno que ‘armó’ prematuramente la lista de legisladores nacionales para octubre, con el intendente lasherino Rubén Miranda y el propio Gobernador a la cabeza de las boletas de senadores y diputados nacionales, sin contemplar siquiera al kirchnerismo.

Como se sabe, eso hizo enojar a la propia Presidenta y lo de ayer no fue más que uno de los escarmientos posibles. Otra vez, como con lo de Gallardo, una decisión tomada con la vista puesta sólo en la pequeña interna oficialista, dejó a Pérez acorralado.

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