El malbec sigue ganando espacios

Un vino malbec mendocino obtuvo el máximo puntaje -100 puntos- en la calificación de uno de los expertos más importantes del mundo, mientras otras muestras lograron 98, 97 y 96 puntos. Ello no hace más que ratificar la alta calidad y el posicionamiento de

El malbec sigue ganando espacios

Dos informaciones provenientes desde el exterior, la primera referida al precio que se pagó en Estados Unidos por una caja de vino argentino durante un remate a cargo de una de las casas más selectas del coleccionismo de vinos en el mundo y la restante, la máxima calificación posible para un vino procedente de Luján de Cuyo, por parte de un crítico norteamericano con gran influencia en los mercados anglosajón y asiático, no hacen más que ratificar el excelente posicionamiento alcanzado por los vinos de nuestra provincia a nivel mundial.

Esas altas distinciones no son fruto de la casualidad. Es el resultado de una tarea desarrollada por la industria vitivinícola argentina en las últimas dos décadas, que demandó esfuerzos financieros y humanos que permitieron abrirnos al mundo y que generaron también la atención de grandes inversores, en su gran mayoría provenientes de países con milenaria tradición vitivinícola. Sólo cabría recordar que hasta pocos años antes de la década de 1990, la Argentina sólo era conocida en el mundo por ser uno de los países de mayor producción de uvas, pero elaboradora de vinos de bajo nivel de calidad. Era el fruto de una gran demanda interna que provocaba que los industriales priorizaran la cantidad por sobre la calidad

Con la caída en el consumo por diversos factores, como el cambio en los hábitos de la sociedad que comenzó a priorizar los almuerzos frugales, sumado al ingreso masivo de bebidas sustitutas, como las gaseosas, las aguas minerales o los amargos, el consumo de vinos cayó en la Argentina y los bodegueros comenzaron a mirar hacia los mercados externos. La tarea demandó años y se inició con la participación en los concursos internacionales, en los cuales sorprendió el malbec, un cepaje procedente de Francia -donde se lo denomina cöt- y es utilizado sólo para cortes y blends.

En la Argentina consiguió las condiciones ideales de suelo y clima, con una importante amplitud térmica entre el día y la noche, lo que le permite lograr su máximo potencial. A esos aspectos "naturales" debe sumarse el trabajo desarrollado por los enólogos argentinos (muchos de los cuales han sido calificados como los mejores del mundo) y las fuertes inversiones en tecnología de punta por parte de los bodegueros.

El mundo del vino y los consumidores más exigentes comenzaron a hablar del malbec. Bodegueros franceses, españoles, portugueses e italianos llegaron a la provincia para invertir en viñedos y bodegas, haciendo hincapié en el principal cepaje tinto local. Más aún, inversores chilenos han implantado viñedos malbec en el vecino país e intentan competir con los vinos argentinos durante los concursos.

El malbec, entonces, ha ganado su espacio en el mundo y la máxima puntuación lograda por un producto local no es casual. Alcanzar 100 puntos en la calificación significa que el vino debió contar con la excelencia absoluta tanto en color, en aromas y en boca (donde se prioriza la textura, la acidez, la carencia absoluta de defectos y la permanencia del gusto), a lo que debe sumarse el equilibrio absoluto entre esos tres pasos. Otras muestras, también de malbec, alcanzaron los 98, 97 y 96 puntos, puntajes logrados solamente por los grandes chateaux franceses, por ejemplo.

Los aspectos señalados y la alta valoración alcanzada por los vinos mendocinos a nivel internacional, obliga a las autoridades locales a plantear ante sus pares nacionales, con la celeridad y la seriedad que la situación exige, que terminen de una buena vez los problemas que están afectando a la industria para poder exportar. Estos surgen de la permanencia de la inflación que incrementa los costos internos, el costo del transporte, de las trabas para la importación de insumos, de las demoras en la devolución de los reintegros y de otras tantas trabas que no hacen más que entorpecer el crecimiento espectacular que ha alcanzado y que puede seguir obteniendo la industria mendocina con la calidad de sus productos.

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