En 2019, América del Sur irrumpieron una serie de protestas violentas, que amenazaron la gobernabilidad de tres administraciones de centro derecha sucesivamente: Ecuador, Chile y Colombia. La primera tuvo lugar el 1 de octubre y fue precipitada por un fuerte aumento de combustibles, decido por el presidente Lenin Moreno y auspiciado por el FMI, del cual Ecuador es deudor. La iniciaron los chóferes, pero se extendieron a otros sectores y finalmente ganó la calle la Confederación Indígena, que jugó un rol importante en la caída de dos presidentes constitucionales: Bucaram y Gutiérrez. El Presidente logró dominar las protestas, convocando a las Fuerzas Armadas y cediendo a las demandas de los líderes sociales. Hacia fines de octubre estallaron con fuerte violencia en Chile, en un país considerado modelo en la región, por su crecimiento y reducción de la pobreza, pero no mejoró la desigualad que en este país ha sido históricamente muy alta. Al finalizar 2019, las protestas continúan y llevan dos meses y medio y no ceden. Participa menos gente, pero siguen mostrando mucha violencia. El gobierno del presidente Piñera, se debilitó fuertemente, cayendo su imagen positiva al 13%. El gobierno chileno convocó un referéndum sobre la reforma constitucional para el 26 de abril, previendo que se reúna la constituyente el 18 de octubre. En noviembre estallaron protestas en Colombia. Las protagonizaron las centrales sindicales, estudiantes, organizaciones indígenas y ONGs. Hubo violencia pero menor que en los dos casos anteriores, la imagen del presidente Duque que se había debilitado cayó aún más, pero ratificó las medidas que habían precipitado las protestas.
Pero también fueron asediados por este tipo de movimientos, los dos gobiernos populistas de la región: Venezuela y Bolivia. En el primero, el 23 de enero, comenzó un movimiento para desplazar al presidente Maduro encabezado por el titular de la Asamblea, -dominada por la oposición,- Juan Guaidó. Logró manifestaciones multitudinarias en las calles y el reconocimiento de medio centenar de países de occidente y América Latina. Pero el régimen chavista, -que en realidad es totalitario- resistió con el apoyo económico de China, el estratégico-militar de Rusia y el político de Cuba. La oposición de fue desgastando en el segundo semestre del año, dividiéndose también. La pobreza extrema y la crisis sanitaria, hacen que de acuerdo a la ONU, más de 6.000.000 millones de venezolanos,-la cuarta parte de la población,- vivirán en el exterior para fines de 2020. La misma organización, estima en 6.000 las ejecuciones extra-judiciales que han tenido lugar en el país. En Bolivia, las elecciones presidenciales se realizaron al finalizar el año. Evo fue por su cuarto mandato consecutivo. Necesitaba una diferencia de 10 puntos para ganar en primera vuelta. Cuando llevaba sólo 8, suspendió el recuento. Lo reanudó con una ventaja superior a los 10 puntos, es decir ganando en primera vuelta. La oposición denunció fraude y tuvieron lugar protestas violentas. La policía y las Fuerzas Armadas restaron el apoyo a Evo, quien renuncio exiliándose primero en México, después en Cuba y finalmente refugiándose en Argentina.
Tuvieron lugar también en 2019 elecciones presidenciales en Argentina y Uruguay una crisis institucional en Perú. En el primer país, tras una contundente victoria en las primarias obligatorias realizadas en agosto de la formula integrada por Alberto Fernández como presidente y la ex presidenta Cristina Kirchner para la Vicepresidencia, el triunfo de vio ratificado en la primera vuelta por 8 puntos el 27 de octubre. Queda un gobierno en el cual el Presidente trata de ubicarse en un punto intermedio entre Brasil y Venezuela y la vicepresidenta es más próxima a dicho país y a Cuba. El mismo día, tuvo lugar la primera vuelta de la elección presidencial en Uruguay. Ganó un candidato de centro-derecha (Lacalle Pou) cuyo triunfo fue ratificado en segunda vuelta, poniendo así fin a 15 años de gobierno de la coalición de centro-izquierda Frente Amplio. También tuvo lugar una crisis institucional en Perú. El Presidente Vizcarra se enfrentó con el Congreso. Este designó una presidenta para sustituirlo, pero el Presidente con el apoyo del Congreso y las Fuerzas Armadas se impuso, disolviendo el Poder Legislativo.
Por primera vez desde los años setenta del siglo pasado, EEUU y Brasil han operado tan juntos en la región como ahora. El eje Washington-Brasilia buscó,- y lo logró,- sostener a los gobiernos de Ecuador, Chile y Colombia, frente a las protestas violentas que pusieron en riesgo su gobernabilidad. Al mismo tiempo, apoyó el desplazamiento de Evo Morales en Bolivia, lo que hasta ahora ha podido hacer. El fortalecimiento del Presidente peruano y la derrota del Frente Amplio en Uruguay, también han sido objetivos buscados en la región por EEUU y Brasil. Pero no pudieron producir el cambio de régimen que buscaron apoyando a Guaidó durante todo 2019, ni evitar el retorno del kirchnerismo al poder en Argentina. Pero la región queda al finalizar dicho año, con 8 de los 10 países sudamericanos sobre el centro-derecha,- Brasil, Chile, Colombia, Perú, Ecuador, Bolivia, Paraguay y Uruguay,- con sólo Venezuela con un régimen totalitario y Argentina con un “populismo moderado” hasta ahora. Trump y Bolsonaro, tienen personalidades con puntos de contacto, estilos semejantes y una visión estratégica común y ello les permite una política regional común. La campaña electoral de Trump durante el año próximo, seguramente no cambiará la política hacia Venezuela.
En conclusión: durante 2019, tres gobiernos de centro-derecha en la región se vieron amenazados por protestas violentas que pusieron en riesgo su gobernabilidad (Ecuador, Chile y Colombia); pero también fueron asediados en las calles los gobiernos de Venezuela,- que logró sobrevivir,- y el de Bolivia, que terminó cayendo tras intentar un fraude electoral; en la elección argentina, ganó un gobierno de centro-izquierda y en Uruguay de centro-derecha, enfrentando Perú una crisis institucional que terminó con el Presidente disolviendo el Congreso y EEUU y Brasil operaron juntos en la región, logrando mantener alineados ocho gobiernos (Brasil, Colombia, Perú, Chile, Ecuador, Bolivia, Paraguay y Uruguay) y sólo Argentina y Venezuela en otra línea.