Hay momentos en la vida donde las personas tienen que demostrar con hechos lo que sienten, por eso anoche los jugadores de Gimnasia pusieron todo lo que tenían (y un poco más) para ganarle el partido a Alvarado de Mar del Plata y bancar, desde adentro de la cancha, a un Darío Alaniz cuestionado.
Cuando todo parecía oscuro por el gol de Wilson Albarracín para los visitantes aparecieron los goleadores del Lobo: Patricio Cucchi y Pablo Palacios Alvarenga (11 goles en el torneo) para dar vuelta el partido y darle su apoyo al entrenador, algo que quedó demostrado en el segundo tanto cuando fueron todos a abrazar al Lechuga al banco de suplentes.
El simpatizante llegó en busca de sensaciones auspiciosas tras dos derrotas consecutivas y el cierre del capítulo inicial, con aplausos, dejó en claro que algo de eso había subido desde el campo de juego hacia las tribunas. Y Gimnasia solventó esa necesidad de recuperar la personalidad de otros días, jugó un primer tiempo de buena conducción.
Sin embargo, y aún cuando supo reponerse al gol sufrido sobre los 32’, no encontró respuestas en los metros finales para lograr el desequilibrio definitivo. Por eso se conformó con el 1-1 que llegó desde las cabezas de Albarracín, para la visita, y Cucchi, para el local.
Antes y después de los goles, conseguidos con apenas un minuto de diferencia, todo fue demasiado luchado. No le alcanzó a Gimnasia con abrir el campo de juego. Alvarado cerró los espacios hacia atrás, cambió su dibujo táctico con el correr de los minutos (del 3-4-3 al 4-5-1) y protegió el arco de Beltranela con uñas y dientes.
Para el complemento, y a partir de la expulsión de Gaspari, se acrecentó el dominio territorial del Lobo, aunque siguió con poca profundidad a la hora de atacar. Con Espinosa por derecha, el conjunto mendocino repitió demasiado con centros que no pudieron tener buen destino.
Sin embargo, de una acción similar, con Cucchi como lanzador, Palacios Alvarenga desató la locura de todo el estadio con un formidable cabezazo. De ahí en más, hubo actitud y aptitud para sostener el triunfo y a Alaniz en el cargo. Le pidieron durante la semana una reacción al plantel y éste dio una prueba de carácter. Es cierto que todavía hay mucho por mejorar, pero sin dudas va por el camino correcto.
El gol se festejo con el lechuga
Una vez que Palacios Alvarenga convirtió el gol de Gimnasia, todos los jugadores fueron en busca de Darío Alaniz y se fundieron un abrazo.
Luego de una dura semana, el Lechuga continúa al frente del equipo y ya piensa en Unión de Sunchales.
Un sentido homenaje para los héroes de Malvinas. En esta época el fútbol conmemora a los caídos en la guerra de Malvinas y Gimnasia no fue la excepción, por eso se realizó un minuto de silencio y antes del arranque del partido los dos planteles posaron con una bandera argentina. Un reconocimiento más para todos los héroes que fueron a una guerra y dieron la vida por la patria.
Más reconocimientos a viejas glorias. Desde hace varios meses Gimnasia comenzó a homenajear a viejas glorias del club. El ejemplo más grande es que la cancha se llama Víctor Legrotaglie y la platea lleva el nombre de Juan Gilberto Funes. Anoche los que recibieron el reconocimiento de los hinchas y dirigentes fueron Ciro Lucero, José Francisco Vicino, Juan de Dios González y Carlos Gil Aceituno.
Más obras en el Legrotaglie. La dirigencia del Lobo también aprovechó el partido de local para mostrar algunas de las nuevas obras que se están llevando a cabo en el club. Anoche inauguraron el baño para discapacitados, un servicio más de inclusión que está llevando a cabo el club.
La maldición de los laterales. El Lobo no tiene un buen presente y la suerte parece no acompañarlo. A la salida de Walter Poblete por lesión (aunque venia jugando como central) y Lucas Fernández y Nicolás Inostroza por suspensión, anoche se sumó Gerardo Corvalán, quien fue expulsado. El único que podrá volver en la próxima fecha es Fernández, ya que Inostroza debe purgar dos partidos más.