Pasaron alrededor de 45 días. Con vacaciones, la chance de despejar las cabezas, de retomar el trabajo y aprovechar ese tiempo para afinar las cuerdas. Pero nada cambió. Ni Maradona con el arribo de nuevos refuerzos, ni el Gringo Heinze, con la continuidad de un laburo siempre ponderado por su seriedad, lograron maquillar las falencias que tuvieron durante el primer semestre y, al menos en el reinicio de la Superliga, repitieron sus carencias, sobre todo en el área rival. Y, después de repartirse un tiempo para cada uno, firmaron un empate en cero que, a esta altura del campeonato, suena a insuficiente.
El Lobo mantuvo muchas de las virtudes que ostenta desde que asumió Diego y hasta dio algunos pasos adelante con los arribos -en el debut destacados- de Paolo Goltz, Harrinson Mancilla y Matías Pérez García, pero la urgencia que provoca su lugar en la tabla de promedios generan que cada poroto que queda en el camino duela. Aun enfrentándose a un rival de fuste como Vélez, que pelea arriba y se le anima a cualquiera. Bueno, justamente porque el Fortín parece tener pretensiones ambiciosas, tampoco festeja el empate.
Igual, hay cuestiones positivas que tanto Diego Armando como el Gringo pueden valorar. En el Tripero no mermó la intensidad y sus perros de presa presionan como si no hubiese un después, aunque en el primer tiempo, tras 15 minutos en el que ahogó a la visita,
Vélez se acomodó e hizo gala de sus cualidades: buen manejo, rotación y paciencia. Así, generó tres claras que asustaron a Maradona. Aunque en el complemento, el local fue mejor. Levantó Paradela, entró muy bien Pérez García y Gimnasia estuvo cerca de quebrar la resistencia de Hoyos. Aunque ni con las llegadas de Lucas Barrios y Agudelo logró mejorar su falta de efectividad. Parda y a seguir.