Serena Williams volvió a jugar sobre polvo de ladrillo después de dos años y su presencia no pasó inadvertida en el Philippe-Chatrier de Roland Garros, donde enfrentó a la checa Kristyna Pliskova por la primera ronda del certamen.
La estadounidense de 36 años, cuyo último partido en el segundo Grand Slam de la temporada había sido la final de 2016 que perdió ante la española Garbiñe Muguruza, lució un atípico atuendo para una tenista: un enterito de lycra negro con una delgada faja roja en la cintura.
La ganadora de 23 certámenes de Grand Slam (tres de ellos en París) llegó a la capital francesa con muy poco rodaje, ya que no jugó durante los últimos dos meses y en el año solo disputó cuatro partidos (tres en Indian Wells y uno en Miami).
Antes de ello, la ex número uno del mundo, quien actualmente ocupa el 451° puesto del escalafón ecuménico, había permanecido alejada de las canchas durante 13 meses debido a un embarazo: en septiembre pasado nació Alexis Olympia Ohanian, su primera hija.