El lino supo ser un cultivo muy considerado por los agricultores locales. De hecho, antes de la Segunda Guerra Mundial la Argentina era el principal exportador mundial.
Pero la aparición de sustitutos sumió al cultivo en una larga decadencia que no se detuvo hasta hoy. En las décadas del 70 y el 80 el lino llegó a sumar casi un millón de hectáreas sembradas en el país, y desde entonces no paró de caer.
"La planta de lino que se cultiva en la Argentina permite la extracción de dos productos: la semilla y la paja. De la primera se obtiene el aceite de linaza, importante para la fabricación de pinturas, barnices, tintas de impresión, jabones y hasta puede utilizarse en la fabricación de combustible para motores, pero también brinda utilizaciones médicas, dermatológicas y cosméticas", explica un trabajo realizado por investigadores del Conicet.
Agrega: "Otra alternativa de enorme interés potencial resulta la producción de linola que, mediante mejoramiento genético, convierte al aceite de lino, naturalmente no comestible, en un aceite muy semejante al de girasol. Como subproducto de la extracción de aceite se obtiene expeller, utilizado en la alimentación de animales, y harina que, además de utilizarse para consumo animal, se está empleando en productos alimenticios y de consumo humano".
Según el mismo trabajo, "en un contexto de fuerte agriculturización, el comportamiento del lino evidencia marcada declinación como producto de su competencia con el trigo, que lo desplaza hacia áreas marginales por un lado, y otra fuerte competencia representada por el avance de la agricultura, incluso sobre campos mixtos, donde tradicionalmente se sembraba lino consociado con pasturas".
Según la Bolsa de Cereales de Entre Ríos, principal provincia productora de lino, el rendimiento promedio provincial durante la última campaña fue de 943 kg/ha y tuvo una disminución del 24% (296 kg/ha) en relación al ciclo 2018/19 y del 12% (128 kg/ha) en base al promedio de los últimos cinco años. La producción registró una merma interanual del 30% (2.190 t). Con tan sólo 5.185 toneladas, el ciclo 2019/20 tuvo la menor producción de los últimos 19 años.