El libro “Conversaciones con David Foster Wallace”

El libro  “Conversaciones con David Foster Wallace”

¿A quién no le hubiera gustado sentarse a hablar un rato con Foster Wallace, antes de esa tarde 2008 en la que decidió colgarse en su casa de Claremont? Para saciar ese encuentro imposible, se editó en 2012 “Conversaciones con David Foster Wallace”, editadas por el profesor Stephen J. Burn, un libro de entrevistas que es, en realidad, una novela encubierta sobre el autor norteamericano que radiografió con ironía el sincretismo deforme de la sociedad contemporánea.

El autor de “La broma infinita” había tenido una carrera brillante. Además de escribir ese clásico de la literatura del fin del Siglo XX fue un cronista y cuentista cautivante. Una depresión crónica y una mala prescripción médica terminaron en su suicidio a los 46 años.

En “Conversaciones....” encontramos frases como ésta: “La idea de probar a ser escritor me repelía, principalmente a causa de todos los estetas afectados que conocí en la universidad y que llevaban boinas y se acariciaban las barbillas y se llamaban a sí mismos escritores. Todavía me aterroriza parecerme a esos tipos”.

A lo largo del libro, se nos va presentando una panorámica sobre la literatura norteamericana de las últimas décadas; reflexiones sobre el éxito, la diversión o la televisión; Wittgenstein explicado con gracia.

Los entrevistadores, en general, abusan de un recurso: imitar a DFW. A la mayoría no le queda otra que someterse a su talento.

La llave es la de siempre en este autor: la tensión entre ironía posmoderna y ternura. Porque él está en la cornisa: conoce la universidad, maneja la retórica, pero se pregunta sin descanso por la autoconciencia o la metaficción.

Esa ironía le brota. Quizá el más delirante ejemplo sea el reportaje dedicado al festival de la langosta de Maine, escrito para la revista gastronómica Gourmet.

En él parte de una breve explicación de la langosta desde un punto de vista zoológico, cultural e histórico y se describen los diversos modos de cocinarla pero, seguidamente, se zambulle en una complicada y extensa reflexión sobre si las langostas sufren cuando son cocidas vivas, si el ruido que emiten es prueba de dolor o la mera evaporación del agua que contiene su caparazón o incluso si es necesaria la existencia de muestras físicas de dolor para que éste exista o no

Foster Wallace asegura creer en una literatura que no se limite a recordar qué difícil es ser hoy de verdad un ser humano. “Gran parte del propósito de la narrativa consiste en agravar esa sensación de encierro y soledad y muerte, para inducir a la gente a afrontarla, puesto que cualquier posible salvación humana requiere que antes nos enfrentemos a lo que nos resulta espantoso, a lo que queremos negar”.

A lo largo de dos décadas de escritura intensa, David creó una obra extraordinaria que abarca ensayos inclasificables (Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, Hablemos de langostas.

Esto es agua, En cuerpo y en lo otro), un libro sobre las matemáticas transfinitas (Todo y más. Una breve historia del infinito), narraciones vertiginosas (La niña del pelo raro, Entrevistas breves con hombres repulsivos, Extinción) y tres novelas inolvidables (La escoba del sistema, La broma infinita, El rey pálido). Tanto la calidad como las características del trabajo de Wallace recalibraron la medida del logro literario contemporáneo.

Recopiladas por Stephen J. Burn, “Conversaciones con David Foster Wallace” reúne las veinte mejores entrevistas concedidas por el escritor durante su carrera. En ellas, además de conocer de primera mano la deriva vital del autor, los lectores descubrirán cuáles fueron los motivos que lo indujeron a escribir cada una de sus obras, sus autores favoritos, sus teorías acerca del arte, sus motivos recurrentes, y comprobarán hasta qué punto Wallace mantenía los mismos niveles de inteligencia, diversión e intensidad en el habla que en su escritura. Se incluye la larga entrevista concedida a Larry McCaffery para la “Review of Contemporary Fiction”, y la semblanza escrita por David Lipsky a la muerte de Wallace.

Hay más: luego de la muerte de DFW, el periodista de “The New Yorker” D. T. Max, escribió“Todas las historias de amor son historias de fantasmas” (Debate), la primera biografía del autor.

Al biógrafo D. T. Max le costó bastante desligar la vida y la obra de Foster Wallace, pero deja claro que “aquel día de 2008 perdimos a uno de los novelistas más importantes del siglo XXI” y considera que “La broma infinita” es el libro que “debes leer si quieres comprender lo que es estar vivo” en nuestra época.

Dicho libro, que Foster Wallace escribió bajo la influencia de la medicación (lo empezó en 1985 y la primera versión data de 1993), reúne “todas las virtudes y los demonios de David de forma única e irrepetible”, lo que hizo que el resto de su vida temiera que “todas sus obras posteriores quedaran a la sombra”.

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