El lado oscuro del erotismo virtual

Las rupturas de pareja a veces dejan secuelas en sus miembros. Y ahí es cuando aparece una foto o un video con un desnudo, generalmente de la mujer, filtrado intencionalmente. Ya hay webs que recopilan estas imágenes para “escrachar” a los ex.

El lado oscuro del erotismo virtual
El lado oscuro del erotismo virtual

Prácticas relacionadas con internet en general y con redes sociales en particular hay tantas como la imaginación alcance.

Pero durante los últimos años una de ellas, la llamada “porno-venganza”, es una de las que más ha ocupado a los abogados especialistas en derecho informático, que admiten que sus defendidos son en su gran mayoría mujeres.

Por esta práctica se entiende el hecho de mostrar, compartir o publicar fotos o videos de otra persona desnuda sin su consentimiento.

Así lo detalló el abogado Daniel Monastersky, profesional con diez años de trayectoria en este ámbito y creador del sitio web www.limpiatunombre.com.

Para él, lo primero que hay que hacer es separar la porno-venganza del sexting, ya que entra en juego el concepto del consentimiento. “Mientras que para el primer caso, no hay consentimiento, sí lo hay para el segundo.

En el sexting la persona consintió en sacarse una foto desnuda, mientras que en la porno-venganza la imagen fue robada o se obtuvo de alguna manera ilegal”, dijo el letrado.

Pablo Lozano, periodista y miembro del sitio Tribunahacker.com.ar, explicó que el sexting en realidad no es porno ni sexo consentido, sino que es simplemente compartir fotos eróticas vía smartphones.

Para él, el sexting es el intercambio picante, divertido, creativo, de imágenes, videos y contenidos eróticos (pueden ser explícitos o no) caseros a través de un celular conectado a internet.

“Es una práctica muy divertida y estimulante cuando se realiza a conciencia. Cuando se lo hace sólo por diversión o con personas en las que no podemos confiar, corremos el riesgo de que nuestras imágenes sean expuestas en lugares en los que no queremos que aparezcan. Hay foros enteros de este material)”, aseguró el especialista.

Lozano detalló que existen aplicaciones que se orientaron hacia el sexting que garantizan cierto margen de seguridad -lo cual también es relativo-, como Snapchat o Tinder, que permiten configurar una duración de los contenidos en los teléfonos de otras personas.

El asunto es que estas aplicaciones no son del todo confiables, incluso desde Tribuna Hacker han publicado cómo hackear Snapchat para poder guardar los archivos.

Según Lozano, cuando las imágenes no son solicitadas estamos hablando de flashing: “Es una parafilia -o exhibicionismo-, que contiene un ingrediente perverso, que es justamente el de no ser solicitada ni consentida, por lo que siempre conlleva una situación violenta”. Esto requiere de un ejercicio de cierto dominio sobre la víctima, que termina pasando un momento muy desagradable.

Mujeres, víctimas frecuentes

Para Monastersky, las fotos íntimas que se publican en los cada vez más numerosos sitios de porno-venganza corresponden a mujeres.

En estas páginas los usuarios publican fotos de personas desnudas -por lo general de sus ex parejas- junto con el nombre completo de las víctimas, sus perfiles en las redes sociales, su profesión y ciudad de residencia.

De esta forma se aseguran que la imagen aparezca en los resultados de búsqueda de Google, potenciando el daño causado.

Para Jorge Chaves, especialista en Derecho y Tecnología, por lo general las mujeres son las víctimas de este tipo de ataque cibernético por el impacto que su desnudez tiene en la sociedad.

“La exposición de la mujer es mucho más mal vista que la de un varón. Y es por esto que no se denuncia la porno-venganza, por miedo a ser juzgada como prostituta y otros prejuicios que pueden venir aparejados”, indicó el abogado.

Los daños que esta práctica conlleva son profundos: en algunos casos puede llegar a provocar hasta la pérdida del empleo.

Por ejemplo, un testimonio recogido en la web Limpia tu Nombre cuenta que “una persona que aspiraba al mismo puesto gerencial que yo generó contenido en internet en donde se me acusaba de que abusaba de las candidatas en las entrevistas laborales.

Tuve que renunciar y dejar la ciudad por la presión que esa cuestión ejerció dentro de la compañía y la comunidad. Mis posibilidades laborales están limitadas mientras esa información siga en internet”.

Un delito poco denunciado

Según explicó Jorge Chaves, en Mendoza no hay denuncias por porno-venganza, aunque la práctica existe y más de lo que uno puede llegar a pensar.

“No he tenido conocimiento de que haya llegado alguna denuncia al Ministerio de Seguridad, donde soy el encargado del taller Cibercrímenes contra niños, niñas y adolescentes. No obstante, es muy probable que suceda”, dijo.

Además, informó que en líneas generales este hecho no se denuncia por vergüenza. “Un hecho similar ocurría antes con el bullying en las escuelas, ya que no se lo sacaba a la luz por miedo al desprestigio de la institución”, opinó.

De todas maneras, según publicó Los Andes el año pasado, en Delitos Tecnológicos, oficina dependiente del ministerio de Seguridad, se reciben de tres a cuatro denuncias por semana relacionadas con este tema.

Para Chaves, hay que hacer una salvedad porque no es lo mismo que la porno-venganza ocurra entre menores que entre adultos o entre un adulto y un menor.

“Cuando un adulto le saca una foto a un menor, con o sin consentimiento, y después esa foto se comparte, se incurre en el delito señalado por el artículo 128 del Código Penal, que habla de promoción y distribución de pornografía infantil, donde el niño es utilizado como objeto sexual con el que se quiere lucrar”, detalló.

En tanto, cuando la práctica ocurre entre menores, hay que aplicar el régimen penal de menores, donde hay inimputabilidad hasta los 16 años y desde los 16 hasta los 18 se aplica un régimen especial, pero no pueden ser procesados ni reprimidos como adultos, quienes pueden ser procesados por este delito con prisión de seis meses a cuatro años.

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