El laboratorio griego y la Unión Europea

A partir del resultado electoral del 25 de enero en Grecia, donde la Coalición de Izquierda Radical del partido Syriza se impuso ampliamente al partido conservador gobernante, una tormenta política y económica avanza sobre la Unión Europea.

El laboratorio griego y la Unión Europea

En Grecia, pocas horas después de las elecciones, asumió como primer ministro el líder de partido ganador, Alexis Tsipras. Sus promesas electorales proponen hacer exactamente lo opuesto de lo que se venía haciendo, resumido en “no a las políticas de ajuste”, “no pagaremos la deuda pública”, “mejoraremos la situación económica de los pobres rápidamente”.

La corriente política que se ha impuesto en Grecia es parte de los cada vez más amplios movimientos políticos que en Europa rechazan las estrictas políticas fiscales y monetarias que impone la Unión Europea. Considerados de izquierda, no obstante coinciden en materia económica con las propuestas de sectores nacionalistas de extrema derecha.

Así, curiosamente, el Syriza en Grecia se debió aliar con un partido de estas características para lograr la mayoría parlamentaria. Para entender la situación se pueden simplificar las coincidencias de estos extremos, en que participan de las ideas que por aquí conocemos como populismo, antimercado, estatismo, intervencionismo.

Han sido la larga crisis económica, la recesión y el desempleo, la caída de los ingresos y el endeudamiento, las causas del descontento y de la inclinación de los votantes por un partido casi inexistente hace unos años.

Tengamos en cuenta algunos datos para dimensionar el problema. Grecia es un país pequeño, 132.000 km2 (menos que la provincia de Mendoza), 10.700.000 habitantes, con un PBI de unos 240.000 millones de dólares y un cuantioso déficit de comercio exterior. La deuda pública es de unos 320.000 millones de euros, de los cuales 250.000 millones se los debe a los gobiernos de la Eurozona, FMI y BCU ya que esta suma fue aportada en los últimos años para “rescatar a Grecia”.

Estos datos son cruciales para entender el nudo del problema, donde el líder del Syriza y sus aliados no plantean no pagar sino lograr una quita de magnitud.

El nuevo gobierno ha prometido un “plan de choque” contra lo que denomina una crisis humanitaria que vive el país. Por ejemplo repartir cupones de alimentos o electricidad gratuita  para quienes se encuentren por debajo de la línea de pobreza. Para las empresas muy endeudadas, financiación en condiciones especiales.

En materia de deuda pública Syriza propone convocar a una conferencia europea, como la realizada en 1953 en Londres, que llevó a una sustancial reducción de la deuda de Alemania, arruinada por la guerra.

No obstante, la reducción de la deuda parece imposible. El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ha sido concluyente: “Cancelar la deuda está descartado. Los demás países de la Eurozona no lo aceptarán”. Con respecto a abandonar la UE, vale tener en cuenta que dos tercios de los griegos quieren seguir con el euro y en la Unión.

Frente a esta realidad, lo más posible es que se prorroguen los pagos, más plazo y período de gracia. La propuesta de gozar de los beneficios de la Unión pero no de los costos es una fantasía pero Grecia, al igual que otros países endeudados de la UE, se beneficiará del enorme programa de estímulo monetario que está poniendo en marcha del Banco Central Europeo por un billón de euros, consistente en la compra de bonos soberanos, para aliviar las deudas de los Estados y estimular la recuperación de la economía.

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