El laberinto del miedo

Ni príncipe ni magas madrinas, cuando el cuento de hadas se vuelve pesadilla hay que vérselas con lo monstruoso.

El laberinto del miedo
El laberinto del miedo

La vieja pregunta es ¿por qué seguimos viendo (o pidiendo que nos cuenten) historias terroríficas? "Es cosa clara - simplificaba Laiseca-. Todo lo que 'abre puertas' gratifica.

Pero hay todavía una razón más profunda: los monstruos existen en serio y todos lo sabemos”.

Dolor físico, transferido por la protagonista de la película "El rostro de cristal", es una forma de encuentro con lo monstruoso. Como esas patadas en la boca del estómago que te dejan sin aire, no se sale de la sala ileso.

Melody Moro, actriz y directora teatral, fue contactada por el cineasta Andrés Llugany en 2016. "Empezamos a sembrar una semillita", dice Melody.  

Es importante hablar de la trayectoria de esta actriz -ligada con la mirada puesta en el género- porque en "El rostro de cristal" se expone al extremo. No sólo porque hayan escenas de desnudez, sino porque encarna ese miedo ya atávico con el que las mujeres lidiamos: salir de casa y sin saber si volemos.

Si Stephen King identifica la esencia del cuento terrorífico en el hecho de que explora "los temores personales" y los "compartidos por un amplio espectro de población", la actriz en este filme lo hace carne. "Si bien filmamos antes de esta marea fuerte de denuncias por violencia de género, me parece importante que esta película salga ahora, en este momento", piensa Moro que se vio en la pantalla el mismo día en que fueron absueltos los acusados por el crimen de Lucía Pérez.

Melody Moro (37) lleva 23 años haciendo teatro. Estudió Arte Dramático en la UNCuyo y luego realizó una especialización artística en Rennes, Francia. De regreso, integró varios elencos independientes. En ese camino exploró desde la performance a puestas experimentales donde el lenguaje teatral y el audiovisual se fusionaban. "Esta película es la mayor actuación que he hecho para cine. Fue un desafío grande pero también un enorme aprendizaje. Creo que es una obra de arte. Y una película de terror, del terror más real".

- ¿Volverías a filmar terror con el director?

- Sí. Creo que Andrés tiene una sensibilidad y una visión muy particulares. Es una gran cabeza. Confió en mí y yo pude aportar desde mi visión y mi entrenamiento. Además sentí, después de todos estos años, un verdadero reconocimiento a mi trabajo.

“Los aullidos, cada vez más cercanos, auguran la pesadilla. Es la noche de los lobos. La noche negra, sin final... Inocentemente, una joven se apresta a recorrer sus caminos, sin sospechar que está a punto de ingresar a un laberinto tenebroso y asfixiante, del cual ya no habrá retorno”. A través de esta sinopsis, vamos observando el otro lado del “El rostro de cristal”. Aquí, la entrevista a su director, Andreés Llugany.

Llugany y los terrores

La permanente intención de experimentación expresiva, ha llevado a Llugany a esta experiencia. “Hace tiempo que tenía ganas de ejercitar una forma de producción muy cercana a la de Roger Corman: economía de recursos, rodajes muy breves...

Básicamente, trabajar como venimos trabajando desde siempre, pero un poco más extremo. A partir, entonces, de esta estructura de producción, planifiqué una historia con tres locaciones y un sólo personaje principal, que pudiéramos desarrollar en un mes de preproducción, seis días de rodaje y un mes de edición. En general lo logramos, pero las fuerzas se nos terminaron al concluir el rodaje, y la edición se alargó dos años... ¡Perdón, Roger Corman!”

- ¿Qué es el cine de terror para vos? Digo, están las convenciones del género. ¿Pero en dónde radica para vos lo terrorífico?

- He crecido con una noción del terror muy cercana a la fantasía. O sea, monstruos. Pero tardé mucho tiempo en comprender que los monstruos en sí no son lo terrorífico, sino lo que se haga con esos monstruos, el lugar donde se los ponga, la forma en que se los muestre, incluso el significado que se les dé. Luego, ya se torna más fácil explorar el terror de situaciones o climas que no necesariamente involucran la manifestación del monstruo.

Supongo que la mayor dificultad que he tenido a la hora de introducirme en el lenguaje del terror, es que no siento el suficiente terror por algo.

- "El rostro de cristal" se enfoca en un tema muy sensible hoy, violencia (extrema) de género. ¿Por qué este tema?

- Bueno, justamente, no encontrando terrores privados para explorar, decidí buscar terrores en mi entorno. No es difícil comprender que los primeros terrores con los que me encontré son los expuestos actualmente por los movimientos de mujeres, terrores antiguos y primordiales, básicamente femeninos, invisibles hasta el momento para una gran parte de la sociedad. Tomé algunos de estos terrores y trabajé a partir de allí, involucrando mis propias inquietudes narrativas y expresivas.

Algo que siempre le inquietó, ejemplifica, es el tiempo que duran los hechos criminales y lo poco que lo comprendemos emocionalmente. "El tiempo es un factor que queda afuera de las reseñas periodísticas, y de la mayoría de las expresiones artísticas. La danza y la música trabajan con el tiempo, pero desde un punto de vista más intelectual y demasiado simbólico. El teatro y el cine, en cambio, se permiten un acercamiento emocional y realista, así que una de las primeras cosas que me propuse es respetar el tiempo real del hecho criminal.

De todas formas, no me interesa el tiempo como un elemento sólo contemplativo, así que procuré alimentar ese tiempo narrativo con nuevas situaciones que se van acoplando a la anterior. El resultado de esta especie de cajas chinas (el segundo acto de la película) es una escena asfixiante que provoca dolor físico, un dolor que no lo provoca el simple dato de la situación sino el tiempo emocional de ella.

La posibilidad de expresar ideas y sensaciones es lo que viene haciendo desde hace 20 años.

- ¿Qué nueva exploración hay aquí?

- Con “El rostro de cristal” creo que he logrado un buen resultado en eso de conjugar forma con idea. Cada escena involucra nuevas metáforas, nuevos símbolos, nuevos conceptos, y creo no haber perdido nunca el foco de lo que estaba narrando. Estoy muy contento con esta película, pero lo importante es seguir avanzando hacia horizontes desconocidos, arriesgando y tropezando una y otra vez. Lo importante es no detenerse al costado del camino.

- Hay monstruos enmascadados (hombres) y hay inocentes criaturas (mujeres). Ese maniqueísmo, ¿por qué?

- He tratado siempre de transmitir ideas desde la imagen, más que desde el texto. A veces, eso ha hecho que las imágenes se transformen en símbolos; supongo que es algo que se desprende del ejercicio constante en un terreno expresivo tan sintético como es el cortometraje. En esta película, el rostro enmascarado simboliza, para mí, la pérdida de ciertas cualidades humanas que tienen que ver con la empatía y el respeto hacia los demás. Los rasgos faciales han desaparecido, y sólo quedan monstruos sin rostro. Un varón, de todas formas, aún no tiene máscara: el niño del primer acto. Hay una esperanza, todavía, en ese niño que juega inocentemente...

En cuanto al rol de las mujeres en esta narración, tienen acciones principalmente domésticas porque la acción transcurre en un hogar (el primer acto). Pero no son necesariamente personajes domésticos. Una de las mujeres es doctora, y otra es costurera.

Tampoco son inocentes: dos de ellas intuyen el peligro y reaccionan cerrando puertas y ventanas, manteniendo esa amenaza fuera del refugio que es el hogar. Tienen más edad que la protagonista, han vivido más experiencias, se permiten desconfiar del entorno...

La tercera mujer, en cambio, sí muestra una inclinación a la fantasía y la inocencia; pero es el estado inicial necesario de un personaje sobre el que recae el tema de la película: cómo una persona se transforma a partir del descubrimiento de rincones desconocidos del alma humana.

La ficha

Presentación de "El Rostro de Cristal"

Día y hora: Hoy, a las 21.

Lugar: Cine Universidad. Nave Universitaria (España y Maza, Ciudad). Entrada gratuita.

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