El laberinto de Cornejo

El Gobernador debe enfrentar problemas urgentes de corto plazo, aplicar correcciones estructurales y esperar decisiones nacionales que le permitan marcar acciones y ritmo.

El laberinto de Cornejo

Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes

Alfredo Cornejo ya es gobernador y está parado en el comienzo del laberinto que significa sacar a flote una provincia llena de problemas.

Algunos de ellos pueden ordenarse localmente, pero la mayoría dependen de decisiones nacionales para empezar a  solucionarlos. A nivel nacional, el problema es más complejo ya que destrabar la suma de distorsiones acumuladas requiere precisión de relojero y pulso de cirujano.

El Gobernador se ha planteado muchos objetivos y, aunque haya dicho que son humildes, la sumatoria de tantos objetivos humildes parece una empresa importante, a la luz de la situación actual. Los temas de la seguridad, de la salud, de la educación y la justicia se suman a la necesidad de reactivar la economía para que la provincia tenga un crecimiento genuino.

El primer problema que tiene que solucionar es el financiero, porque es la mayor traba para moverse. En primer término, resolver la situación planteada por los flujos financieros que no le permiten para pagar sueldos. Aunque pueda conseguir ayudas para zafar el fin de año, se debe establecer una ingeniería financiera que permita transformar deuda exigible de corto plazo en otra de largo plazo que permita que se pague con el crecimiento.

Esta es una estrategia que prácticamente está definida, aunque falta definir los instrumentos, ya que se pueden emitir bonos, recurrir a refinanciar deudas acumuladas, nuevos préstamos bancarios o una combinación de todos ellos.

En segundo lugar, Cornejo tiene que definir rápidamente una estrategia sostenible en el tiempo,  porque no puede vivir en desequilibrio, y la reactivación de la economía es un proceso que no se puede esperar como inmediato sino que se consumirá, al menos, un semestre. Y cuando crezca, la sociedad le demandará mayores servicios y menores impuestos.

Problemas y soluciones
De todas las demandas que recibe el presidente Mauricio Macri, la solución de muchas de ellas implicará problemas para las transferencias a las provincias, por lo que el gobierno provincial deberá tener claro cómo será el nuevo juego en el que le darán algunas fichas pero le quitarán otras.

Por ejemplo, el impuesto a las Ganancias. En lo que respecta al gravamen que impacta en los salarios de los que trabajan en relación de dependencia, tuvieron que hacer una corrección cuando comenzaron a ver las cuentas fiscales.

Por esta razón, la primera corrección será para los que ganen hasta 30.000 pesos como ingreso bruto, y habrá una modificación en las escalas. Pero estas excepciones implican menos reparto de coparticipación, lo mismo que ocurriría si se les reconociera a los empresarios la posibilidad de ajustar sus balances por inflación. El gobierno de Macri lo debe tener como objetivo pero el relojero debe programar bien los tiempos a la espera que el cirujano haga su trabajo con precisión.

Otro de los problemas puede ocurrir si la Nación decide sincerar el precio del petróleo y tomar la referencia del valor internacional. En este caso habría un problema doble para Mendoza, porque las regalías deberían calcularse a 40 dólares el barril, o menos, en lugar de los 77 actuales. Pero también caería la coparticipación de otros impuestos, como IVA, Ganancias y el Impuesto a la Transferencia de Combustibles (ITC).

Nada se sabe acerca de las decisiones que irá tomando la Nación y al ritmo en que lo hará, aunque se esperan novedades que permitan recomponer la competitividad del tipo de cambio. La eliminación de retenciones sola no ayuda a solucionar el problema y se requieren otras. Bajar el precio de los combustibles contribuiría a morigerar los costos de logística y la corrección del tipo de cambio debería ser convincente para los operadores.

En general, nuestra economía es muy sensible a la competitividad del tipo de cambio y cuando éste es favorable, la reacción es muy rápida, aunque los empresarios y los gobernantes deberán tener en cuenta que el mismo nunca tendrá las ventajas que tuvo en 2002, cuando se salió de la convertibilidad.

En aquella oportunidad la moneda argentina se había devaluado mucho, pero también se había devaluado el dólar en el mundo, por lo que los productos exportables aumentaban sus precios. Este margen de competitividad esta vez no va a existir porque el dólar se revalúa y, si se llega a aumentar las tasas en EEUU, los precios de los productos exportables van a bajar más que ahora.

Esto significa que si los empresarios quieren recuperar competitividad no les alcanzará con el tipo de cambio, también deberán mejorar los niveles de eficiencia y para ello deberán hacer inversiones, tanto duras (equipamientos, software, etcétera) como blandas (modelos de gestión, normas de calidad), así como tomar decisiones estratégicas adecuadas (asociaciones, especializaciones, búsquedas de mercados, capacitación de su capital humano, etcétera.)

El Estado -si se cumplen los objetivos planteados por Cornejo- debería ser, primero, más eficiente y, con el crecimiento, más barato, es decir, deberían bajar los impuestos. Muchos de estos caminos, como en un laberinto, pueden generar varias opciones, caminos más cortos o más largos y algunas vueltas como para llegar al objetivo. Lo importante, es no quedarse a vivir en el laberinto, sino tratar de salir lo más rápido posible.

En eso consiste el juego.

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