El “Ítem ancla” también va a elecciones

Cornejo embistió contra supuestos privilegios de los legisladores buscando conectar con algún reclamo popular. El peronismo, aún desorientado, navega en su interna y sabe que sus chances también están atadas al affaire De Vido.

El “Ítem ancla” también va a elecciones

Luis Abrego - labrego@losandes.com.ar

Alfredo Cornejo aprieta donde duele. Allí donde su instinto político sintoniza con los reclamos de la gente o donde supone que puede ganar posiciones. Lo hizo como opositor y también ahora que está al frente del oficialismo. En función de gobierno, ya probaron su rigor los gremios estatales, pero más recientemente sus aliados y algunos sectores internos del radicalismo. Esa lógica implacable que no es ni más ni menos que el ejercicio pleno del poder, la sintió esta semana los diputados y senadores provinciales a los que les reclamó más trabajo y menos chicanas: lo que pediría un taxista.

La Legislatura es un poder compartido, de mayorías líquidas, de fluctuaciones que tienen que ver tanto con la convicción, pero también con la conveniencia. Por ello, el respeto, los acuerdos, el diálogo se valoran como instancias que sirven a la hora de ganar una votación. Y así ha sido desde siempre, aunque con eventuales cortocircuitos como el que se dio el martes en la sesión del Senado en la que Cornejo intentaba obtener media sanción para dos proyectos valorados: el Plan de Ordenamiento Territorial y el nuevo Código Procesal Civil y Comercial.

Ingenuidad o descuido aparte, el oficialismo no calculó la superposición de la agenda legislativa con el cronograma electoral lo que le permitió al peronismo asestarle un duro traspié al vaciar la sesión y negar el quórum para su funcionamiento. Con Patricia Fadel a la cabeza, el PJ vio que había ausencias radicales en el recinto, salió a atribuir esos faltazos a una disidencia con Cornejo por el cierre de listas, y se negó a sentarse en sus bancas pese al acuerdo previo alcanzado en comisiones no sólo para tratar, sino para aprobar ambos proyectos.

Con el papelón consumado y la sesión caída, el Cuarto Piso de la Casa de Gobierno montó en cólera contra propios y ajenos. Algo de razón tiene el peronismo cuando asegura que los díscolos son algunos de los heridos en la confección de la boleta de Cambiemos. Los senadores Armando Camerucci, Raúl Ferrer, Walter Soto y Adrián Reche, no son precisamente dirigentes favorecidos en vistas al recambio legislativo; sólo que el PJ olvidó que la responsabilidad institucional no es del oficialismo ni de la oposición, sino de todo el cuerpo.

Tras la bronca inicial, Cornejo salió a pedir sanciones para quienes no asistan a las sesiones, se ausenten de ellas, o para quienes sin justificación no cumplan con la labor legislativa. La prensa no tardó en caracterizar la iniciativa como “Ítem banca”, en remedo del gran argumento disciplinador ya aplicado con éxito a los docentes: el “Ítem aula”.

Conocedor de la división poderes, pero especialmente de las normas del funcionamiento parlamentario, Cornejo cuidó sus palabras: habló, en principio, de “autorregulación” para que lo suyo no se viera como una intervención en atribuciones ajenas y luego, y específicamente, aclaró que proponía un “régimen de productividad”. Y asimiló su iniciativa a otras similares planteadas para el sector público desde la impronta claramente administrativista y de eficiencia de los servicios públicos que su gobierno pregona.

Sin embargo, el efectivo golpe de efecto que asestó el peronismo no deja de inscribirse en la desconcertante impronta que por estos días exhibe tanto en Mendoza como el país. Entre Cristina Kirchner y sus piqueteros, Massa y sus sloganes, y Randazzo y sus silencios, el PJ define su rumbo. Falto de training, no sabe moverse como opositor y cuando lo hace, rompe la vajilla para demostrar que no le gusta el menú.

Ese “triunfo” que permitió caer aquella sesión, momentáneo, pequeño y muy mezquino, parecería ser más una pícara arenga puertas adentro del peronismo que un posicionamiento claro respecto de cómo será su oposición a Cornejo en los dos años y medio que le quedan de gobierno. Justamente, ese es uno de los aspectos que diferencian a las cuatro listas peronistas que competirán en las PASO (tres por dentro del frente Somos Mendoza, y una más por fuera, ligada a sectores sindicales denominada Encuentro por Mendoza; sin contar la expresión peronista que quedó -vía Frente Renovador- en el oficialismo). Tanto Omar Félix, Jorge Tanús como el kirchnerismo y los sindicatos en lo único que coinciden es en su oposición a Cornejo y a Macri. No mucho más.

De hecho, el propio Tanús aseguró que su sector es el único dentro del perokirchnerismo que taxativamente se opondrá a reabrir la discusión por una reforma electoral que habilite un nuevo mandato para el gobernador. Da a entender que sus rivales internos sí podrían acceder. Algo que los señalados tampoco han desmentido, al menos públicamente.

Lo cierto es que al peronismo local más que las chicanas y la competencia en las PASO debería desvelarlo la suerte judicial (y por ende política) que pueda correr el ex ministro todopoderoso del kirchnerato, el actual diputado nacional Julio De Vido. El pedido de desafuero y posterior detención que solicitó el fiscal Stornelli, (hasta ahora rechazado) por el desvío de 2.600 millones de pesos en la mina carbornífera de Río Turbio, ha reavivado la discusión nacional sobre el rol central que tuvo la corrupción en la última década. Una era que los principales actores del PJ local aún siguen reivindicando, sin mucha autocrítica ni diferenciaciones.

Demasiado tiene el peronismo mendocino con intentar levantar en el electorado las imágenes que dejaron en la Provincia tanto Celso Jaque como Francisco Pérez, como para que también cargue sobre sí el ancla que representa De Vido como símbolo del manejo de la obra pública, los negocios particulares y la caja del Estado como sistema de financiación política con aires de perpetuidad tal como diseñaron los Kirchner. Los ahora presos, Julio López y Ricardo Jaime reportaban a De Vido. Los fondos para la Tupac, Schoklender y las novelas de Andrea del Boca, también.

A 5 días del inicio formal de la campaña electoral,Cornejo buscó acentuar su impronta de control sobre la Legislatura porque ello también genera rédito electoral. Él tampoco quiere que los rezongos populares sobre los privilegios de la política terminen jugándole en contra.

El PJ, sólo pretende escapar del clima adverso y las connotaciones negativas que algunos de sus referentes despiertan para que eso no se transforme en escasez de votos.

Para todos, evitar que el “Ítem ancla” sea candidato es tal vez, el mayor objetivo a concretar. En agosto y en octubre, ¿la “pesada herencia” seguirá siendo un argumento válido?; o por el contrario, ¿lo que se evaluará será la gestión de los que en 2015, como Cornejo, propiciaron el cambio? El desafío está planteado.

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