Por Jorge Sosa - Especial para Los Andes
El año pasa a la misma velocidad con la que pasan todos los años, pero éste parece que pasara más ligero. Somos nosotros, los observadores, lo que nos creemos apreciar un cambio de velocidad pero no es así, el año, nunca aprieta ni afloja el acelerador. Decimos “¡Cómo pasa el tiempo!” y el tiempo pasa como siempre, a nosotros nos parece que va muy ligero. Ya nos hemos tragado la mitad del 2017 que ha transcurrido entre protestas porque la guita no alcanza, porque no hay laburo, porque la inflación no cede. O sea nada nuevo bajo el tibio sol.
Ha sido, este otoño, un otoño decidido con temperaturas bajas vientos, lluvias, y hojas que caen incrementando la bronca de los municipales que barren. Dicen que el invierno que se acerca, que está ahicito nomás, ha de ser más benigno que el otoño. Veremos, porque en cuestiones de clima dos más dos suelen ser tres o cinco.
El frío se apodera de la intemperie y empieza a hacer de las suyas. Uno pesa más en invierno porque tiene más cosas encima. Hay días en que se echa encima todo lo que encuentra: calzoncillos largos, chabombas de frisa, camiseta, camisa, pulóveres, saco y encima el sobretodo. Uno en invierno queda más lejos de uno mismo.
Y empiezan los problemas. Bañarse es un problema, no por el agua que está medianamente caliente, sino por todo lo que se tiene que sacar el bañista. Es un desparramo de prendas el baño cuando esto ocurre. Pero tiene sus cosas gratas. Uno está más en casa, conversa más con su familia, se divierte en conjunto (tele mediante), duerme acorazado y todo esto le gusta. Claro que si hablamos de problemas, como hemos hecho en este pasaje hay un problema de difícil solución: los bolsillos.
Uno en invierno multiplica en progresión geométrica la cantidad de bolsillos que posee, bolsillos del pantalón, bolsillos del saco, (de afuera y de adentro); bolsillos del sobretodo (de afuera y adentro) entonces ocurre que uno no encuentra las cosas. A los indecisos nos mata el surtido. Ocurre, en circunstancias como esta, que uno no encuentra las llaves, y a medida que bolsillea se va poniendo más nervioso que Sampaoli con el tema Icardi.
Busca, busca y rebusca y las llaves no aparecen. Entonces tiene ganas de hacer la vertical para que se le caiga todo lo que lleva encima así caen también las llaves.
Con el teléfono celular pasa lo mismo. El teléfono celular suena pero uno no acierta a adivinar adonde suena. Y se toquetea por todos lados en un intento de encontrarlo antes de que se agote la llamada, pero es inútil, cuando lo encuentra ya todo terminó.
Bienvenido junio, cumpla con su tarea, baje el mercurio, abra la puerta de la heladera, lance su aliento de frigorífico. Estamos esperándolo, no nos queda otra. Trataremos de atravesarlo lo más tibiamente posible.
Se viene el invierno con las bondades y perjuicios que encierra, tenemos que estar preparados, que no nos sorprenda impunemente con una musculosa y en bermudas. Será enteramente invierno y es el territorio del frío y al frío se lo combate, como ha ocurrido desde que el hombre es hombre, con el fuego. El abrazo no es fuego pero tiene algunas características que se le parecen. El abrazo abriga por fuera y por dentro. Se viene el invierno. Pruebe con el amor.