En el pasado mes de agosto continuaron las acciones y declaraciones de los grupos privados que procuran la recuperación del servicio ferroviario en nuestra provincia.
Una demostración de las intenciones de las personas que genéricamente podríamos definir como hombres y mujeres del riel, se cumplió el 17 de agosto, aniversario del fallecimiento del general San Martín.
En esa jornada la Asociación Ferrotur Trasandino hizo correr una pequeña formación (autovía) entre General Gutiérrez y Chacras de Coria (estación Paso de los Andes), con la idea de reactivar y proteger el ramal A12 del ex Trasandino, y mostrar que esa travesía de unos 22 kilómetros se podría hacer en forma permanente como un paseo turístico.
La emoción de las decenas de vecinos que participaron de este operativo, demostró que el ferrocarril y todo lo que significaba sigue vivo en los corazones de todos.
Ese es un ejemplo de los varios que promueven las organizaciones civiles que impulsan el retorno del tren, o a lo sumo de algunas de sus prestaciones.
Hay muchos más y corremos el riesgo de ser injustos al no nombrar a todos los actores que se mueven en esa dirección, pero bien se podrían mencionar al Foro Mendocino para el Desarrollo Ferroviario, a los gremios de La Fraternidad y Unión Ferroviaria y al Ferroclub Trasandino. Esta última entidad tiene un definido aporte patrimonial y de concientización sobre este medio de transporte con su maravilloso museo en la ex estación Benegas, de Godoy Cruz.
Ferrocarriles Argentinos fueron definitivamente abandonados a su suerte en la década del ’90 y clausurados o cerrados en su gran mayoría, dejando miles de kilómetros de vía férrea inactivos (de 34 mil km se redujeron a 5 mil), y cientos de vagones y material rodante, que costaron millones al Estado, pasaron a arrumbarse.
Y justamente ahí en ese punto de inflexión de tiempo y espacio, surgen las asociaciones ferroviarias en todo el país, agrupaciones civiles sin fines de lucro, que ante la desidia e inmovilidad de los gobiernos nacionales y provinciales, tomaron la responsabilidad de rescatar todo lo que sea posible del patrimonio tangible e intangible de lo que queda del ferrocarril abandonado.
Inclusive hay entre ellas comunicación e intercambio como participación en eventos o trámites con un mismo objetivo de “salvar todo lo que se pueda”.
En Mendoza, felizmente, también hay algunos grupos de esas características, como la ya nombrada Asociación Ferrotur Trasandino (con personería jurídica), con sede y base de operaciones en Canota, distrito General Gutiérrez (Maipú), más precisamente a metros del penúltimo parador del Metrotranvía.
Allí, sobre un ramal que interconectaba el ferrocarril Trasandino con el ferrocarril Belgrano, los socios se reúnen invariablemente todos los sábados del año, repartiendo tareas de recuperación y construcción de vehículos ferroviarios, mantenimiento del mencionado ramal de 22 kilómetros de extensión y desarrollando actividades turísticas con paseos en zorras o en sus novedosas bici tren que permiten andar por la vía.
También es propósito fundamental de esta agrupación, recuperar y preservar los espacios ferroviarios, que con ayuda de los municipios (Maipú y Luján de Cuyo) van logrando revivir después de estar sepultados en el olvido o la destrucción, creando en muchos casos verdaderos problemas sociales y ambientales.
También debería considerarse como proyectos a tener en cuenta el Tren de las Arenas, en la zona norte de Lavalle y algún tramo del Trasandino, como factores determinantes en el desarrollo del turismo y de la producción, ya que están los rieles y seguramente haya que efectuar importantes inversiones, pero los resultados de esos primeros intentos serían posibles en la intención de recuperar el tren en nuestro territorio.
En síntesis, así como en algunos tiempos del desprecio que mejor vale olvidar se consideró al ferrocarril como cosa del pasado, hoy vemos como ese magnífico medio de transporte es un modo de comunicarnos con el futuro, de acceder a la modernidad de un modo más federal, más popular, más digno.